Generación Greta
Greta Thunberg nació unos meses antes que mi hija. Ambas tienen 16 años y pertenecen a una generación que ha dicho basta ya a las injusticias del mundo que les ha tocado vivir. Al igual que Greta, mi hija vive preocupada por el cambio climático. Sus primeras investigaciones científicas la han llevado a las comunidades aledañas a la Ciénaga Las Cucharillas, el humedal herbáceo más grande del área metropolitana y la han hecho consciente de la importancia de la preservación urgente de los recursos naturales.
Mi hija forma parte de la directiva del club ambiental de su colegio y, al igual que muchos jóvenes adolescentes, salió a las calles a marchar el pasado verano ante la indignación que le causó la inacción de la respuesta gubernamental tras el paso del huracán María y el escandaloso chat de Telegram.
Mi generación dependía de periódicos y noticiarios para enterarse de lo que pasaba en el mundo a posteriori. La generación de nuestros hijos consume noticias y eventos en tiempo real. El juicio que establecen es uno rápido e influenciado por sus pares, quienes comentan casi de inmediato. Sus ídolos-cantantes, actores, influencers, jóvenes líderes de su edad- utilizan las redes sociales con igual rapidez para opinar sobre asuntos ayudándoles así a incentivar el juicio valorativo y el activismo en ellos. El uso de redes sociales ha creado una generación conectada a asuntos importantes como lo es la igualdad de género, el cambio climático y las injusticias sociales. Les ha permitido el intercambio de opiniones, buscar información y salir de sus fronteras geográficas en cuestión de segundos. Para ellos es igual de importante los fuegos en el Amazonas que el desastre en Bahamas ocasionado por Dorian que la gran cantidad de plástico y colillas de cigarrillo en nuestras costas. La enajenación no es una opción para esta generación.
Greta y los jóvenes adolescentes del mundo son herederos de una tradición de activismo. Las bases la han provisto las generaciones anteriores. Lo que ha cambiado ha sido el cuestionamiento y el llamado a la responsabilidad de una forma simple, directa y urgente.
La generación de Greta, Malala y mi hija han dado una lección a los políticos y líderes mundiales. El discurso vacío o repetitivo, la creación de más leyes o grupos de trabajo no son la respuesta a los problemas que aquejan a nuestra sociedad y la vida en el planeta. Una sola acción individual es la semilla del cambio. Apoyemos a nuestros hijos a forjar ese cambio.
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