Hacía tiempo que no entraba en aquel lugar de tan gratos recuerdos. Allí, en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez, investigué -para mi tesis doctoral- sobre un poeta de la generación española del 27, Ma...
Hacía tiempo que no entraba en aquel lugar de tan gratos recuerdos. Allí, en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez, investigué -para mi tesis doctoral- sobre un poeta de la generación española del 27, Ma...
Hacía tiempo que no entraba en aquel lugar de tan gratos recuerdos. Allí, en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez, investigué -para mi tesis doctoral- sobre un poeta de la generación española del 27, Manuel Altolaguirre, también editor e impresor. La sala estaba entonces en el primer piso de la Biblioteca Lázaro. Amueblada con los sofás y las sillas, mesas, y vitrinas de la ilustre pareja, tenía un ambiente doméstico. Sobre una pared colgaba el retrato del poeta pintado por Sorolla. Sobre las otras, profusión de fotos de escritores reconocidos: Antonio Machado, Paul Valéry, Ortega y Gasset. También las había de puertorriqueños: los poetas Luis Palés Matos, Evaristo Ribera Chevremont y Francisco Matos Paoli, además de figuras como Antonio S. Pedreira, Jaime Benítez, Muñoz Marín.
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