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Huracanes
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“Va a ser una temporada en la que hay que estar bien pendientes”: Ada Monzón

Aunque se espera que la temporada de huracanes sea una cercana al promedio, la presencia del fenómeno de El Niño y las altas temperaturas del océano pudieran provocar ciclones tropicales más intensos

13 de junio de 2023 - 11:54 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
La NOAA pronostica que, este año, habrá un total de 12 a 17 tormentas con nombre (con vientos de 39 millas por hora o más); de las cuales entre 5 y 9 podrían convertirse en huracanes (con vientos de 74 mph o más), incluidos de 1 a 4 huracanes intensos (de categoría 3, 4 o 5, con vientos de 111 mph o más). (Shutterstock)

Aunque se espera que la temporada de huracanes que recién comenzó el 1 de junio y terminará el 30 de noviembre sea una cercana al promedio debido a la presencia del fenómeno de El Niño, las altas temperaturas del océano pudieran provocar que los ciclones tropicales que se formen se intensifiquen con mayor rapidez, sostuvo la meteoróloga Ada Monzón.

Informó que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) divulgó que hay un 40 % de probabilidad de que esta temporada sea similar al promedio, un 30 % de probabilidad de que sea más activa y un 30 % de probabilidad de que esté por debajo de lo normal.

La NOAA pronostica que, este año, habrá un total de 12 a 17 tormentas con nombre (con vientos de 39 millas por hora o más); de las cuales entre 5 y 9 podrían convertirse en huracanes (con vientos de 74 mph o más), incluidos de 1 a 4 huracanes intensos (de categoría 3, 4 o 5, con vientos de 111 mph o más).

Esto coincide con lo pronosticado por el Departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Colorado, que, cada año, lanza sus pronósticos sobre la temporada de huracanes. Para este año, la entidad prevé que habrá 15 tormentas, de las cuales siete serán huracanes y tres serán intensos. El promedio es de 14 tormentas, siete huracanes y tres intensos, basado en la actividad ciclónica registrada desde 1990 hasta 2020.

La razón detrás de estos pronósticos es El Niño, un fenómeno natural en el que los vientos alisios se debilitan, por lo que se mueve menos agua hacia el oeste del Pacífico, lo que provoca que la temperatura superficial del mar en la parte central y oriental de este océano aumente más de lo normal. Así, una enorme masa de agua cálida llega a la costa pacífica de Sudamérica hacia fin de año. Suele coincidir con la temporada navideña, de ahí que se le llame El Niño.

En promedio, este fenómeno se produce de cada dos a siete años, puede durar hasta 18 meses y su intensidad puede variar. Los cambios en la circulación atmosférica que genera El Niño pueden afectar el clima en varias partes del planeta, provocando, incluso, eventos climáticos extremos. Los efectos pueden variar de una zona a otra. En el océano Atlántico, suele inhibir la actividad ciclónica.

“Este año, se espera que, durante el pico de la temporada de huracanes, esté activo el fenómeno de El Niño”, apuntó Monzón. “Las temporadas de huracanes menos activas coinciden generalmente con El Niño”.

Explicó que, mientras los ciclones tropicales son impulsados desde África hasta América por vientos provenientes del este, El Niño provoca vientos cortantes en las altas capas de la atmósfera que se mueven desde el oeste en dirección contraria. Los vientos cortantes debilitan los ciclones o hacen que estos giren antes de llegar a las Antillas.

Aun cuando la actividad ciclónica en Puerto Rico ha sido menor durante los años en que ha estado activo El Niño, Monzón instó a la ciudadanía a no bajar la guardia, sobre todo porque las temperaturas en el océano Atlántico han estado extremadamente calientes. Las temperaturas de la superficie del mar son uno de los factores que hacen que los ciclones se fortalezcan.

“Las aguas del Atlántico están a niveles récord, por encima de lo normal, y no tenemos precedentes en los que las temperaturas del agua sean tan calientes y, a la vez, haya un evento de El Niño. Eso genera muchas dudas porque, con aguas tan calientes, cualquier fenómeno que se forme, si encuentra las condiciones apropiadas, se puede desarrollar e intensificar rápidamente”, argumentó la meteoróloga.

Recordó que en 1992 hubo un evento de El Niño y la temporada lucía poco activa, al punto que el primer ciclón con nombre se formó en agosto. Ese fue el huracán Andrew, que tocó tierra como categoría 5, con vientos máximos sostenidos de 165 mph y pasó a la historia como el más fuerte y devastador que se haya registrado en el sur del estado de la Florida. Por eso, Monzón recalcó la importancia de estar preparados para el potencial paso de una tormenta o huracán y no subestimar estos fenómenos.

“Va a ser una temporada en la que hay que estar bien pendientes porque, si surgen los vientos cortantes del oeste, no tendremos mayores problemas, pero puede ocurrir que esos vientos no se den y un ciclón bien intenso se acerque al Caribe”, advirtió la experta.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.

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