La antigua cárcel de mujeres, en Fajardo, ahora tiene nueva vida.

Fajardo - Los colores crema y turquesa quedaron atrás por hexágonos amarillos y negros. La propiedad que, por décadas, restringió la libertad de cientos de mujeres ahora será la nueva sede de la Escuela de Apicultura del Este.

“Un área que era para restringir la libertad, porque estaban cumpliendo algún tipo de sentencia, ahora se convierte en un espacio de estudio, donde la persona vendrá a progresar y aprender de todo sobre las abejas. Jamás se pensó que una cárcel tuviera un cambio así”, resaltó el fundador de la Escuela de Apicultura del Este, el apicultor y rescatista Hermes Conde Navarro, durante un recorrido de El Nuevo Día por el espacio rescatado.

La antigua cárcel municipal de mujeres, en este municipio, fue fundada en 1946, pero fue clausurada hace más de 10 años. La estructura está ubicada en la calle Igualdad del casco urbano, justo frente al cementerio municipal.

En una de las paredes del recibidor de la entonces penitenciaría –cuyos accesos Conde Navarro abrió con las llaves originales–, aún cuelga la foto del primer coronel que el Departamento de Corrección y Rehabilitación tuvo, Julio Hernández Serrano. Asimismo, permanece una pizarra en la que se documentaba la cantidad de confinadas y en qué lugar se encontraban, ya fuera en el tribunal, el hospital o el centro de detención.

Las rejas y camas para las entonces reas fueron removidas. El segundo dormitorio, en el que cabían hasta 24 mujeres, se convertirá en un salón de clases, donde se impartirán cursos a personas que quieran ser rescatistas de abejas. El curso básico tiene una duración de 46 horas.

Al salir del salón, los participantes se toparán con un jardín colgante de flores, que será en representación de las apicultoras de Puerto Rico, mencionó Conde Navarro, quien reconoció que, en el pasado, hubo barreras machistas que impedían que mujeres participaran del rescate de colmenas. “Los machistas no las querían en la apicultura”, señaló.

Las abejas son “vida”

En ruta por la entrada, se aprecian dos jardines interiores. Al lado derecho, se ubicó un huerto casero, en el que ya se cosecharon pimientos. La polinización –gracias a un grupo de abejas– fue clave para que las plantas produjeran mucho más rápido.

Junto al huerto, Conde Pacheco colocó una pequeña colmena, que había ocupado un contenedor verde de una aspiradora de jardinería en la marquesina de una casa abandonada, y fue trasladada a la nueva sede de la Escuela de Apicultura del Este.

Debido a la acelerada deforestación en Puerto Rico, Conde Navarro explicó que las abejas “buscan donde vivir”, ya sea en gomas de carros, contenedores o espacios improvisados. Detalló que el 90% de la polinización de los alimentos depende de ellas, por lo que son “vida” para el pueblo puertorriqueño.

“Eso (contenedor) está lleno completo de abejas. Lo dejamos ahí quietecito y aprovechamos, cuando ya estén todas paridas, las trasladamos. Abrimos el ‘blower’ y las sacamos de ahí. En este huerto, se prueban todo tipo de semillas. Tenemos cilantrillo y ajíes, que tiene dos meses. Sin ningún tipo de químico ni fertilizante, (solo) agua, composta y abejas”, contó.

Las llaves originales de la antigua cárcel municipal de Fajardo.
Las llaves originales de la antigua cárcel municipal de Fajardo. (Carlos Giusti/Staff)

Priorizan la apicultura

Hace ocho años, las clases sobre apicultura para ser rescatistas de abejas comenzaron en una marquesina. Más tarde, ocuparon varias escuelas, pero fueron removidos luego de la pandemia de COVID-19. Estar sin lugar fijo les afectó, pero no les detuvo para seguir rescatando colmenas a través de la isla.

“A diferencia de la escuela de Hatillo, en la que enseñan a apicultores ya establecidos, nosotros somos rescatistas. Nosotros le enseñamos a la gente a rescatar las abejas para tenerlas en un lugar seguro. Posteriormente, se transfieren a un apiario”, contó Conde Navarro.

Actualmente, en su finca, en Humacao, tienen alrededor de 45 colmenas, en las que conviven más de dos millones de abejas puertorriqueñas. “La especie de nosotros es única”, destacó.

Una de las instructoras, la maestra jubilada Gladys Mundo Millán, contó que aprendió sobre apicultura buscando cosas que hacer luego de retirarse del magisterio. Sin embargo, su pasión por enseñar a nuevas generaciones la lleva a instruirse en el tema para ser profesora.

“Ver el edificio ahora, que ha cogido color, nos emociona. Esto sirve de modelo para otros países. Nosotros hemos adiestrado a manejadores de emergencias, investigadores y estudiantes de otros países, alcaldes y muchos niños”, mencionó Mundo Millán.

La Escuela de Apicultura del Este desarrolló el primer manual de rescate de abejas de Puerto Rico y cuenta con 18 instructores: cuatro hombres y 14 mujeres.

Luego de buscar varios lugares, entre ellos escuelas abandonadas por la zona este, el alcalde de Fajardo, José Aníbal Meléndez Méndez, les ofreció hace un año la antigua cárcel municipal. Tras varios trámites, iniciaron las labores el 20 de mayo.

Un jardín colgante de flores representa a las apicultoras de Puerto Rico.
Un jardín colgante de flores representa a las apicultoras de Puerto Rico. (Carlos Giusti/Staff)

“El ser vivo más importante en un país son las abejas. Hay abejas en todos sitios y más en el este, que es por donde vienen ellas. Es bien importante tener un grupo de respuesta rápida”, puntualizó Conde Navarro, al destacar que el municipio ha priorizado el cuido a las abejas, al facilitar que tengan este nuevo espacio para su sede.

Adiestramiento es crucial

Recordó que, a partir del huracán María, en 2017, hubo muchos incidentes con abejas que ocuparon espacios públicos, así que el adiestramiento al personal de manejo de emergencia es crucial. Incluso, mencionó que hay mucho desconocimiento sobre cómo reaccionar ante un encuentro con abejas, por lo que personas han perdido la vida.

El edificio rescatado pertenece al Municipio de Fajardo, pero el alcalde hizo un acuerdo colaborativo con la Escuela de Apicultura del Este para que pudieran administrarlo como su sede. Por el momento, los gastos de luz y agua serán costeados por la alcaldía.

“Muchos apicultores y agricultores tienen fincas hermosas con abejas. Queremos enseñarles a los alcaldes que hay espacios abandonados que pueden donarlos para que desarrollen la naturaleza en las pequeñas ciudades”, explicó el apicultor.

Con mucha esperanza e ilusión, esperan inaugurar la nueva sede en octubre. Entre las expresiones artísticas que decorarán las paredes, habrá un mural lleno de flores y abejas que tendrá la frase “Conservando la vida”.

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