El artista, curador y director del proyecto, Ángel Alexis Bousquet, ofrece detalles sobre el evento.

Empieza con cemento y fachadas descompuestas. Los típicos olores extraños y húmedos de la ciudad abofetean la nariz cada par de bloques. La calle es larga y algo estrecha, los vehículos solo se mueven en una dirección. El día está caliente y mientras se camina, con sudor bajando por la espalda, se empieza a alucinar.

Los murales empiezan a aparecerse de a poco. Primero son pequeños, escurridizos y escondidos, exigen ser buscados. Con cada paso al bajar por la calle, el entorno se va deshaciendo en mundos de figuras extrañas y explosiones de colores. Paredes enormes cobran vida propia y cuentan historias sin decir palabras. Andar por la calle Cerra es como cruzar a otra realidad urbana, donde las posibilidades son infinitas, donde la ciudad misma cobra vida.

Un hombre baja por la avenida mientras habla sobre los murales. Sus manos y su ropa -cortos de camuflaje, camisa desgastada de mangas largas y gorra- están llenas de pintura de todos colores. Su barba canosa lo hace ver un poco mayor de lo que es y contrasta con su voz gentil y tono juvenil al hablar.

“Hace 13 años yo abrí mi galería aquí en la calle Cerra y empezamos a hacer una curaduría de una exhibición al mes. A los tres meses nos dio con hacer un evento que se sale un poco de la galería, ya que todos venimos de un trasfondo de muralistas y grafiteros. Hicimos un mural, sacamos una mesa, pusimos un DJ y cogimos un camión y le pusimos arte dentro y le pusimos ‘Santurce es Ley’”, cuenta Ángel Alexis Bousquet, organizador y curador del proyecto, con un poco de timidez.

Como suelen ser tantas cosas en el mundo de las artes, el desarrollo de su iniciativa fue algo altamente informal y sumamente orgánico. Este año, ‘Santurce es Ley’ celebra su octava edición después de una pausa de tres años causada por la pandemia de COVID-19 y las diferentes crisis que ha enfrentado en ese tiempo.

“Santurce es Ley” se llevará a cabo los días 26, 27 y 28 de mayo, en la calle Cerra, en Santurce y calles aledañas. Esta edición contará, además, con la proyección de cuatro documentales sobre Santurce en el Museo de Arte de Puerto Rico el domingo 28.

“Al principio cuando íbamos a pintar, la gente cuestionaba para qué. Preguntaban: ‘¿Qué tú vas a pintar ahí?’ Y usualmente ahora es: ‘¿No me va a pintar a mí este año?’ Ha evolucionado a que la misma comunidad se sienta bien orgullosa del arte, porque el arte fue como el catalítico número uno en que el barrio se unificara en una voz. La gente está orgullosa de lo que es el arte en su propio barrio”, explica Alexis, como todo el mundo le llama, ahora sentado mientras toma un café y los ruidos de la calle le ahogan la voz.

Mientras al principio tenían que entrar en un cuidadoso y largo proceso de convencimiento y negociación para usar paredes para murales, hoy, luego de conversar con los diferentes sectores de la comunidad de la Cerra, hay mucha más apertura a obras de arte plástico de gran escala.

“Cada pieza simboliza algo. Por ejemplo, la pieza de Patricia Esperanza se llama ‘Indesplazable’ y básicamente es como el aceite en agua que no mezcla y simplemente no va a desaparecer tan fácilmente. El mural está diseñado para que se vea desde una reflexión, por eso es que los colores, si notas en los carros o hasta en una botella de agua, por ejemplo, si te pegas al mural vas a ver como si hubiese aceite”, dice Bousquet, y tiene razón. El mural queda justo frente a su galería y cuando los colores difuminados en la pared se reflejan sobre cualquier superficie brindan la impresión que deja ver agua sobre aceite derramado, como un prisma.

“El grafiti y el muralismo han sido una constante en Puerto Rico desde los 70. Y eso ha escalado a preguntarnos qué más se puede hacer con el medio. Y hemos llegado a ese nivel donde ahora mismo es aceptado. Es como si fuera legal pintar porque es bien visto, pero muy pocos años atrás era mal visto y perseguido. Yo creo que de ahí viene el aspecto de Santurce es ‘ley’. Si tú dices que algo ‘es ley’ se va convirtiendo en algo bien visto o aceptado, pero más allá de eso, el concepto de ‘es ley’, significa que está cabrón”, dice, con voz un poco más segura.

Obra del artista español Guillem Font, quien llegó a Puerto Rico para dar vida a un mural inspirado en la mitología taína.
Obra del artista español Guillem Font, quien llegó a Puerto Rico para dar vida a un mural inspirado en la mitología taína. (Josian Bruno Gómez )

Alexis le ha dedicado toda su vida a las artes. Desde su formación en la escuela Central de Bellas Artes en Santurce, hasta sus múltiples experiencias trabajando junto a músicos y artistas puertorriqueños, las artes y lo urbano han estado atados a su existencia. Hay una pasión tangible y algo alocada en lo que hace. No le basta con hacer este tipo de proyectos en San Juan, su visión es continuar expandiendo con iniciativas similares por todo Puerto Rico, una ambición en la que ya ha tenido éxito.

Aunque la mayoría de los murales están completados, varios aún se encuentran en desarrollo. Tal es el caso de la obra del artista español Guillem Font, quien llegó a Puerto Rico para dar vida a un mural inspirado en la mitología taína.

“Lo divertido del gran formato es que te tienes que adaptar al reto que te propongan. Entonces, cuanto más extraña sea la pared, más divertido”, explica. Su propuesta, pintada en blanco y negro, plasma a un coquí sobre el lomo de un ave extraña con la luna llena de fondo.

Para Font, trabajar junto a otros artistas, locales e internacionales, que forman parte del “lineup” de “Santurce es Ley”, ha sido un proceso enriquecedor. “Yo creo que todo el mundo se retroalimenta de todo el mundo y se generan propuestas nuevas muy interesantes de ver”.

El peruano Daniel Cortés, cuyo nombre artístico es “Decertor”, también opina que ha sido un proceso ameno y de mucho aprendizaje. Su mural es un rostro de perfil que se integra al lado de un edificio residencial.

“Creo que no hay mejor manera de integrarse a un lugar que respetando la arquitectura o usándola a favor de la obra. Es un tema que me parece que deja en claro que hay una intención de integración”, dice el artista.

Durante su crianza, la música puertorriqueña -especialmente la salsa- fue muy influyente en su barrio. “Llegar aquí y encontrarme con que estamos pintando en una calle que ha sido importante para la gesta de todo este movimiento que fue la salsa, es un incentivo grande para poder también darle este mismo sabor a la obra. De eso se trata”.

Mientras Decertor habla, Alexis enciende un cigarrillo y observa al artista y su obra. Aunque ha hecho esto por años, no ha perdido la capacidad de impresionarse. Aunque ha visto los murales, esculturas y pinturas incontables veces, todavía encuentra la magia y algo nuevo en cada pieza. De eso se trata.

Es un festival que uno viene a aprender. Básicamente, vienes a aprender sobre el artista, lo que quiso decir, crear esa conexión”.

El mediodía apenas termina y el sol azota las pieles sin clemencia. “El reto es cómo mantener algo que no se prostituya o se salga de las manos. Y cómo mantenemos la conversación del arte y la necesidad del arte a un público fuera de las cuatro paredes. Y eso es lo que tratamos de hacer. Es una galería, esto es un museo completo al aire libre”, reflexiona Alexis mientras las obras en la calle se le van haciendo borrosas a la vista en el calentón santurcino de la tarde.

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