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Desde que era niña, la cineasta Paloma Suau ha vivido fascinada con la figura del artista puertorriqueño Antonio Martorell.
Los primeros recuerdos que tiene del maestro son en casa de sus padres, en las fiestas que hacían para sus amigos. Allí, Martorell se le aparecía como un personaje mágico, fantástico, hipnotizante.
“Mis padres tenían un grupo de amigos bien ecléctico y chévere, tanto, que de chiquita prefería compartir con ellos que con los niños de mi edad. Y de todos, Toño siempre tuvo una magia especial. Era como este ser de luz que me trataba como adulta desde chiquita. Me parecía fascinante su personaje y cómo se presentaba al mundo”, rememora Paloma Suau, hija de la actriz Camille Carrión y del productor Gabriel Suau.
Esa fascinación creció con los años y cuando la cineasta se graduó de cine de New York University, en 1994, el primer personaje que quiso documentar fue a Antonio “Toño” Martorell. Estuvo un tiempo siguiéndole los pasos, pero en el trayecto, aparecieron nuevos proyectos y Paloma guardó aquel material en una caja. Años después, quiso retomarlo, pero el pietaje de lo que había grabado jamás apareció, y ahí lo dejó.
Hace cinco años, sin embargo, mientras vivía uno de los momentos más complejos en su carrera, Paloma Suau se reencontró casualmente con Martorell, quien inmediatamente se acordó y le preguntó por aquel proyecto. Ella le narró lo que había pasado y él le respondió: “Pues qué buena excusa para empezar de nuevo”.
Fue de esta manera que Paloma Suau comenzó a armar el documental “El accidente feliz”, que se adentra en la vida de Martorell como creador, trabajador incansable y maestro. La producción, que tomó cinco años en completar, estrenará en Puerto Rico este miércoles en una actividad privada, y el jueves, abrirá para público general en los cines Fine Arts de Hato Rey.
El proceso de llevar a cabo este trabajo fue “transformador” para la cineasta que previo a comenzar el proyecto se encontraba sumida en una parálisis creativa que el propio artista le ayudó a superar con su historia de vida.
“Cuando nos pusimos a analizar cómo contar la historia surgió la idea de que yo fuera un personaje dentro de la película porque venía de ese espacio de oscuridad y parálisis que es todo lo contrario a Toño. La única manera de tomar un proyecto en el que no me sentía con todas las fuerzas para hacerlo era identificándome con esa filosofía de Toño, con el ‘no te quejes’, ‘vamos de crisis en crisis’. Todo lo que decía, me lo aplicaba en el proceso para ver si me reencontraba con mi voz creativa, y pasó. Después de dos meses de estar con él y de ver su manera de trabajar y de interactuar con la gente, cambié. La experiencia me empoderó”, compartió Paloma, quien en el documental utiliza su propia historia como excusa para narrar la del artista.
Esta producción, que contó con el apoyo del Programa de Desarrollo de la Industria Cinematográfica de Puerto Rico, entrelaza la vida y obra del maestro Martorell, su legado filosófico y lecciones, con la transformación de la directora en el proceso. Es una historia universal acerca de un maestro, su aprendiz y el arte de vivir.
“Creo que estamos en un tiempo que casi no hay modelos y hay pocas referencias para decir ‘quiero ser como esta persona’. Y la filosofía de vida de Martorell es un camino bien dulce que seguir porque es una escuela de pensamiento libre y de pensamiento positivo. Toño ha pasado desahucios, fuegos, hasta el FBI le invadió la casa y de cada cosa él ha sabido crear arte y salir, como el ave fénix, más fuerte cada día”, expresó la cineasta.
Paloma documentó al maestro desde el 2015 hasta el año pasado, retratando desde su personalidad más pública y performática, hasta la más íntima y personal. También entrevistó a amigos del artista, como el escritor Luis Rafael Sánchez, la teatrera y cómplice de aventuras, Rosa Luisa Márquez, el barítono Justino Díaz y el cineasta Gabriel Suau, entre otros. De igual forma, logró conversar con sus hijos, Alejandra y Giovanni, y con la madre de estos.
Esas entrevistas nutren y ofrecen otras perspectivas sobre la grandeza de este artista que todavía sigue fascinando a Paloma Suau. “Creo que ahora lo admiro más”, expresó. “Lo miro desde un espacio de agradecimiento infinito, desde un espacio de amistad, porque es un amigo increíble. Mi admiración hacia él después de este proceso se triplicó, se cuadruplicó; me dejó llena”, concluyó.
“El accidente feliz” se presentará por varias semanas en Fine Arts de Hato Rey y luego pasará a participar de varios festivales de cine internacional. También se proyectará en diversas universidades de Estados Unidos. Para más información, acceda a https://accidentefeliz.com/.