Para la familia de Haydée Maymí Rodríguez y sus dos hijos, asesinados cruelmente, en 1989, el tiempo no ha pasado. En cada instante de vida, está presente el desconsuelo por lo que les fue arrebatado y el anhelo de lo que pudo ser; Eduardo, de cinco años, soñaba con ser lanzador de Grandes Ligas, y Melissa, de tres, quería ser bailarina.