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Segundo cónclave de 1978: la elección histórica de Juan Pablo II, el primer papa no italiano en casi 500 años

Si bien este rito suele caracterizarse por su secretividad, mucho se conoce acerca del proceso que llevó a la selección de Karol Wojtyla como pontífice de la Iglesia católica

13 de mayo de 2025 - 11:10 PM

El papa Juan Pablo II (Massimo Sambucetti)

La muerte de Juan Pablo I, en 1978, tomó a los seguidores de la Iglesia católica por sorpresa. Después de todo, solo habían transcurrido 33 días desde su nombramiento como el sumo líder de la institución.

Tras su fallecimiento, los cristianos y feligreses se encontraron ante un período de duelo. Mas ese sentimiento se sumó a otro: la desconcertante sorpresa ante tener que organizar un segundo cónclave en menos de dos meses.

Si bien el cónclave de octubre de 1978 no era un evento que se tenía previsto, su resultado fue histórico, pues se trató de la elección de Karol Wojtyla, el primer papa no italiano en casi 500 años.

En un artículo publicado en la revista católica Southern Cross, el periodista suramericano Günther Simmermacher hace un recuento de este emotivo cónclave, cuyos detalles desafían la tradicional secretividad de este rito.

El periodista relata que, previo a la celebración del cónclave en el que fue electo Juan Pablo I, el franco sacerdote-sociólogo estadounidense Andrew Greeley expresó a la televisión estadounidense que esperaba que el cardenal Franz König de Viena, de 73 años, fuera el próximo papa.

Sin embargo, durante la celebración del segundo cónclave, König aún no se consideraba a sí mismo como “papable”. Ante la necesidad de seleccionar a un nuevo líder en apenas 33 días, König entonces apoyaríaia su amigo Wojtyla, de 58 años, quien en ese momento era el arzobispo de Cracovia, en Polonia.

Según el reportero, en los días antes del cónclave, König se aseguró de que el mayor número de cardenales electores posibles conociera el libro cuaresmal papal de Wojtyla de 1976, titulado “Segno di Contraddizione” (Signo de Contradicción).

No obstante, durante las votaciones, Wojtyla se enfrentaría a otros candidatos propuestos por los cardenales: Giovanni Benelli, exasistente de Pablo VI y arzobispo de Florencia; Giuseppe Siri, arzobispo de Génova; Pericle Felici, prefecto de la Signatura Apostólica; Giovanni Colombo, el arzobispo de Milán; Corrado Ursi de Nápoles; y Salvatore Pappalardo de Palermo.

Luego de la sexta votación, solo prevalecieron Benelli con 59 votos y Wojtyla con 52, lo que significaba que el polaco necesitaba otros 23 votos.

Mientras los cardenales almorzaban, el periodista relata que König observaba a Wojtyla, quien lucía palido y pensativo ante la posibilidad de ser nombrado papa. En ese momento y junto a otro cardenal, König se acercó al arzobispo de Cracovia para persuadirlo “con suavidad, pero con firmeza” que debía aceptar la voluntad del Espíritu Santo.

En la séptima votación, Wojtyla obtuvo 73 votos, un presagio de que próximamente su vida estaría por cambiar.

La octava votación fue la final y el polaco se alzó con 97 votos. En su artículo, el reportero narra que, ante la noticia, Wojtyla dejó su cabeza caer entre sus manos mientras derramaba lágrimas. Su vida dio un giro inesperado de lo que podría haber anticipado al despertar ese 16 de octubre.

El reportero Simmermacher señala que un tiempo después uno de los cardenales electores expresó que en ese momento sintió tristeza por el polaco, quien ahora debía dejar su atrás su antigua vida.

Entre los aplausos, el cardenal camarlengo Jean Villot se acercó a Wojtyla y le preguntó: “¿Aceptas, reverendísimo señor cardenal, nuestra elección como Sumo Pontífice, llevada a cabo canónicamente?”

“Con obediencia en la fe a Cristo, mi Señor, y con confianza en la Madre de Cristo y en la Iglesia, a pesar de las grandes dificultades, acepto”, respondió Wojtyla, quien tomaría por nombre Juan Pablo II.

Juan Pablo II se convirtió en el primer papa eslavo de la historia y su nombramiento causó sorpresa entre la multitud congregada en la plaza San Pedro. No esperaban escuchar el apellido de un extranjero.

Mas ese mismo extranjero pronto cautivó a los fieles cuando en su primer discurso, pese a ocupar el puesto más elevado de la Iglesia católica, mostró su humildad al decir: “No sé si me expreso lo suficientemente bien en su — nuestro — idioma italiano. Si cometo un error, me corregirán".

Esa noche, el pontífice cenó con los cardenales antes de retirarse a escribir la homilía con sus famosas palabras “”¡No tengan miedo! Abran de par en par las puertas a Cristo".

No obstante, más allá de sus palabras, muchos puertorriqueños recuerdan con emoción el 12 de octubre de 1984, día en que el pontífice arribó a la isla, marcando así la primera y única vez que la máxima figura de la Iglesia católica visita a Puerto Rico. A su llegada, el papa se hincó de rodillas y colocó su frente en el suelo en acto de reverencia.

El líder religioso fue recibido por una multitud de personas y escoltado por la Policía. Durante su estancia de siete horas, en la isla, el papa ofició una misa, ante más de 600,000 personas, en los predios del centro comercial Plaza Las Américas.

Según el Registro Nacional Católico, Juan Pablo II, cuyo pontificado fue el tercero más lárgo en la historia y culminó en el 2005, fue fundamental en afirmar la continuidad del Segundo Concilio Vaticano con el pasado de la Iglesia. Enfatizó el desarrollo orgánico de la doctrina frente a aquellos que querían inventar o “cantar” una nueva Iglesia a la existencia.

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