Que nos moriríamos de nada auguró Palés Matos en otros tiempos. Ahora nos moriremos de frustración, enfrentando -con nervios crispados- los retos cotidianos que nos convierten en filósofos, si no en santos. Vivir soñando, como Segismundo, eso quisiera el puertorriqueño o -parafraseando a santa Teresa- vivir sin vivir aquí, mientras evade, como Hamlet, la realidad. Lo cierto es que necesitamos la paciencia de Job, el pensamiento increíblemente profundo de Bad Bunny (¿tá tó bien cuando vemos que tó tá mal?) y la fuerza inenarrable de Shazam para sobrevivir. Pero ya no nos aburrimos.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
De carretas y carretones, aburrimientos y santificaciones
Carmen Dolores Hernández reflexiona sobre Puerto Rico