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Bocadillos lingüísticos: El nacimiento por Antonomasia

23 de diciembre de 2014 - 12:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 10 años.

Nada que ver con nuevos procedimientos médicos para llegar a este mundo. Antonomasia, aunque suene a tumor maligno, es un término que le pertenece la semántica y la retórica. Pero no nos vayamos por la tangente. La antonomasia es un recurso de la lengua al cual los hablantes recurren, muchas veces sin darse cuenta, y sustituye, literalmente, el nombre propio o frase por otro que le cae de perilla pues se trata de una persona, cosa o evento que es “entre todas las de su clase, la más importante o conocida”, nos dice Moliner. ¿Lo enredé? Lo desenredo enseguida. El Che es (o se refiere), por antonomasia, a Ernesto Guevara; la ciudad luz es, por antonomasia, París; la Gran Manzana nos remite a Nueva York, por antonomasia. ¿Lo ve? Así, pues, en Navidad, cuando hablamos de El Nacimiento, nos referimos, al del hijo de Dios, y no al del bebé de su vecina. ¿Por qué? Porque este Nacimiento del 25 de diciembre apela al más importante y conocido de todos (sin ofender a madre alguna). Hay muchos nombres por antonomasia, que entendemos sin problemas (si tenemos conocimiento del suceso, cosa o persona a la que apelan). Y mire qué curioso: un portal es, por antonomasia, una herramienta de Internet. PEROOOOOO, en Navidad, cuando hablamos de El Portal, nos referimos, por antonomasia también, al de Belén donde ocurrió El Nacimiento, por antonomasia.

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