Por más de medio siglo, cada nuevo día puertorriqueño ha nacido acompañado de, valga la redundancia, El Nuevo Día, el diario desde que el que todos los que trabajamos aquí defendemos los valores que definen a nuestra sociedad e impulsamos y defendemos el debate de ideas que creemos que pueden llevarnos a un mejor futuro.
Hoy, 18 de mayo, en que se cumplen 55 años de nuestra primera publicación, renovamos, pues, nuestros votos con el pueblo puertorriqueño y reafirmamos nuestro compromiso de continuar siendo el foro en el que cada día se reportan, discuten y analizan todos los asuntos, positivos y negativos, que son del interés de nuestra población y que, en su devenir, es lo que nos hace un pueblo que concibe a sí mismo como una unidad con un destino común.
Desde el 18 de mayo de 1970, en que un pequeño, pero valeroso grupo de reporteros, fotógrafos, artistas gráficos y personal administrativo, bajo la dirección de dos visionarios, Carlos Castañeda y Antonio Luis Ferré, hasta la edición, impresa o digital, que usted lee hoy, el compromiso de El Nuevo Día no ha variado en lo más mínimo: traerle a Puerto Rico la información veraz, de calidad, importante, que ayude a nuestra ciudadanía a entender la naturaleza más profunda de la sociedad en la que vive.
Mucho ha cambiado durante las últimas dos décadas en el panorama mediático. La noticia que antes se imprimía en imprentas industriales y se distribuía físicamente casa por casa por porteadores, hoy se distribuye en instantes a través del ciberespacio mediante aparatos impensables hace 55 años, como computadoras y teléfonos inteligentes.
Para los medios de comunicación, incluyendo El Nuevo Día, el cambio no ha estado exento de dificultades. Pero la gerencia de este periódico anticipó desde mediados de los 90 los cambios, se preparó y, hoy, más que un periódico, somos una plataforma multimediática. Nuestra capacidad para distribuir información en múltiples formatos nos mantiene como el principal medio de comunicación de Puerto Rico, un privilegio que, por supuesto, no tomamos a la ligera, sino con un gran sentido de responsabilidad y agradecimiento.
Lo que no ha cambiado durante este tiempo, ni cambiará, es el compromiso de El Nuevo Día con la verdad, con la rendición de cuentas, con el libre flujo de ideas, con las libertades de pensamiento, expresión y creencia, con los derechos humanos y con las comunidades más vulnerables. No ha habido durante los pasados 55 años una idea importante para Puerto Rico que no haya sido planteada o discutida en este diario, por cuyas páginas han pasado y continúan pasando los principales pensadores y estudiosos de nuestra realidad.
En tiempos en que en distintas latitudes se tambalean la democracia liberal, surgen alarmantes tendencias autoritarias donde menos habría sido imaginable no hace mucho y se ponen en entredicho incluso valores universales como la libertad de prensa, el rol de medios de comunicación libres, comprometidos, valientes, es más importante que nunca. El Nuevo Día ha sido un baluarte de la defensa de los valores democráticos durante toda su historia y, en este tiempo crítico, reafirmamos nuestro compromiso con la democracia, la libertad y el progreso.
Don Antonio Luis Ferré, presidente fundador de este medio, explicó así nuestra misión: “como medio de comunicación, con criterio independiente, mantenemos informado al ciudadano, servimos de foro libre de ideas y transmitimos los valores democráticos y culturales para construir una sociedad más justa”. Esa es la idea que ha animado a este periódico por 55 años y es la que lo seguirá haciendo en el futuro. Todo ha cambiado, pero nada ha cambiado en el ecosistema mediático: los mismos valores de siempre permanecen hoy es el compromiso de todo el personal de El Nuevo Día continuar defendiéndolos siempre, contra viento y marea.