Aunque es simpático saludar al primer ejecutivo, el saludo protocolar crea un símbolo peligroso de ambición y poder absoluto en la figura del gobernador, opina Eduardo Bhatia
Aunque es simpático saludar al primer ejecutivo, el saludo protocolar crea un símbolo peligroso de ambición y poder absoluto en la figura del gobernador, opina Eduardo Bhatia
El saludo protocolar es una práctica colonial española que merece ser reformada, si se va a seguir haciendo. En medio de la algarabía, los abrazos y la alegría para muchos de empezar el año saludando al Gobernador en el Palacio de Santa Catalina, hay un símbolo poderoso y peligroso del poder monárquico que vale la pena ser explicado y entendido. Independientemente de las mejores intenciones y buena fe que tenga el Gobernador Pedro Pierluisi -que estoy seguro de que las tiene- al restaurar esa tradición abre un debate importante.
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