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Actos que Importan de Tylenol
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Él es contable. Ella es abogada. Dos profesionales puertorriqueños perfectamente normales, con sus alegrías y penas, preocupaciones y responsabilidades. No tienen pinta de héroes ni de seres sobrehumanos.
Pero Francisco Sierra y Evelyn Rosa son parte de los verdaderos gestores de nuestra sociedad. Son aquellos que regalan su tiempo desinteresadamente a nuestro país, y que con profunda empatía y amor transforman la vida de los que más lo necesitan.
Hace tres años y medio, la pareja comenzó a hacer labor voluntaria en el Hogar Niñito Jesús, un albergue para recién nacidos y niños de hasta siete años que han sufrido maltrato, abuso sexual o abandono. Estos pequeños son removidos de sus hogares por el Departamento de la Familia y llevados a esta institución. El tiempo que los niños permanecen allí es dictado por el tipo de maltrato que han sufrido. En caso de que los padres no pueden recuperarlos, desde allí se inicia el proceso para darlos en adopción.
“Este es nuestro motor”, dice Francisco, “el cariño y la alegría de estos niños es nuestra fuente de inspiración”.
La satisfacción que Francisco y Evelyn derivan de su labor no puede medirse. “Es darle a la vida un poco de lo que ella nos ha dado, poner nuestro granito de arena para ayudar a una sociedad que está en problemas. Estos niños son nuestros futuros profesionales. Tenemos que sembrar en ellos lo que queremos que sea la sociedad del mañana”, manifiesta Evelyn.
La pareja llegó al Hogar Niñito Jesús a través de un programa del Departamento de la Vivienda que otorgaba un incentivo de $10,000 a primeros compradores, a cambio de 50 horas de labor comunitaria. Ellos, de todos modos, querían dar de su tiempo a alguien que lo necesitara. Al cabo de las horas, no tenían por qué quedarse. Pero lo hicieron.
“Muchos de estos niños están faltos de amor, pues vienen de hogares disfuncionales”, agrega la abogada. “Una vez, uno de ellos estaba gritando y tirando juguetes. Cuando le preguntamos qué le pasaba, nos respondió, ‘quiero un abrazo’. Se lo di y el niño se tranquilizó”, recuerda.
Al principio, no estaban seguros de cómo empezar. Pero cuando conocieron a los niños del Hogar, quedaron prendados. “Sus procesos de vida no han sido fáciles, comenzando por sacarlos de sus casas. Es una triste realidad con la que tenemos que vivir. Cuando uno se va, hay 14 niños en el hogar. La próxima vez que vuelve, hay 25”, relata Evelyn.
Hoy son voluntarios permanentes, visitando el Hogar sábados alternos. “Estamos con los niños, compartimos con ellos, jugamos, les preguntamos por su salud, por la escuela”, añade Francisco.
El matrimonio también se encarga de alimentar a los infantes y mantener limpio el espacio. Igualmente, son organizadores de dos actividades anuales: el Encendido de la Navidad y la fiesta de Regreso a Clases.
Con sus vivencias, han logrado reclutar voluntarios, entre ellos el hijo de la pareja, un joven de 18 años. Pero Francisco y Evelyn reconocen que sus manos no son suficientes. La carencia de voluntarios afecta el servicio que el Hogar brinda a los infantes y niños desamparados. “Somos creyentes de que la fe sin obra no es fe”, recalca Francisco. “Tienes que hacer obra. Esta es nuestra misa”.
Únete a la labor de Francisco y Evelyn visitando la página web del Hogar Niñito Jesús para más información.
Comparte tu historia de labor voluntaria en www.ActosQueImportan.com.
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