

La hora del recreo en la infancia tenía sus peculiaridades. Muchos se iban a jugar sin pasar por el comedor. Otros preferían sentarse a comer rápido y luego adelantar tareas. Pero, la gran mayoría, utilizaba este tiempo como un momento de reunión con los compañeros para intercambiar snacks.
Parece mentira, pero lo que se originó en las escuelas fue un círculo de contrabando de meriendas. Si la lonchera tenía algo que no te gustaba ese día, podías buscar un amigo que tuviese algo que te interesara y llegaban a un trato. Los más populares para este trueque eran los Lunchables, ya fueran de jamón y queso, pizza o nachos.
Pusimos a prueba estos snacks con un grupo de jóvenes que nos narraron sus mejores anécdotas e impresiones sobre los nuevos Lunchables. Las historias se prestan para buenas carcajadas.
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