

27 de diciembre de 2019 - 3:30 PM
Después de que un grupo de 32 cerdos fueron sacrificados en un rastro, sus cerebros viajaron hasta el laboratorio del doctor Nenad Sestan, especialista en neurociencias, genética y psiquiatría en la Facultad de Medicina de Yale. Más allá de los nutrientes de su carne, sus cuerpos siguieron sirviendo al hombre de una manera sorprendente: después de cuatro horas de muertos, los científicos lograron restaurar su microcirculación, así como su actividad molecular y celular. Aunque la escena suene un poco como una ficción tipo Frankenstein; en los terrenos de la ciencia, hay muchas más posibilidades que sólo consentir a la imaginación.
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