A Trieste llegué de casualidad. No tenía a esta ciudad italiana en mi “bucket list”, pero la salida inaugural del Norwegian Viva zarpaba desde ese puerto, a hora y media del Aeropuerto Marco Polo, de Venecia, donde llegaba nuestro vuelo. En la entrada del pueblo, una playa mediterránea era buen augurio, y aunque no hubo tiempo para un chapuzón, con ella iniciaban los atractivos de una ciudad que tiene gran encanto.