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La Piraña lleva el sabor del lechón al sur del Bronx

El tráiler de Ángel Jiménez está situado cerca de la esquina de la calle 152 Este y la avenida Wales, en Nueva York

18 de junio de 2023 - 7:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 1 año.

Nueva York – TAN, TAN, TAN. Los machetazos de Ángel “Piraña” Jiménez tronaban dentro del tráiler. Eran las 12:00 p.m. de un sábado, y Jiménez acababa de abrir su lechonera, La Piraña, en el sur del Bronx. Su cuchillo filoso cortaba el cuero del lechón que cocinó a fuego lento desde la noche anterior. La fila había empezado a formarse desde las 11:00 a.m. Los clientes entraban al tráiler de tres en tres. “Dímelo, chulo”, decía Jiménez, vestido con un delantal azul y una pava, para tomarles la orden.

El menú del día incluía arroz con gandules, pulpo, camarones y, por supuesto, lechón. La cocina de Jiménez, quien conserva las recetas de su familia, le ha traído fama en la ciudad. El periódico The New York Times, de hecho, reseñó la lechonera y la ubicó recientemente en la quinta posición de su lista de 100 mejores restaurantes en la ciudad de Nueva York.

“La Piraña, que solamente abre los sábados y los domingos, reúne más alegría en dos días que la mayoría de los restaurantes en una semana”, lee la reseña de The New York Times, publicada en junio del año pasado. “Un éxito”, afirmó Jiménez, de 56 años, sobre la reseña del periódico. “Eso fue el empuje que necesitaba”.

El jugoso lechón de La Piraña pronto llegará a la tierra que lo vio nacer. Jiménez, recientemente, estuvo tres semanas en Puerto Rico sentando las bases de su próximo proyecto: una lechonera en Aguadilla. Espera abrir el negocio entre noviembre y enero y, en unos dos años, poder retirarse “en la playa”.

“Quiero llevar la misma tradición de mis padres y revivirla”, dijo Jiménez.

El periódico The New York Times reseñó la lechonera y la ubicó recientemente en la quinta posición de su lista de 100 mejores restaurantes en la ciudad de Nueva York.
El periódico The New York Times reseñó la lechonera y la ubicó recientemente en la quinta posición de su lista de 100 mejores restaurantes en la ciudad de Nueva York. (Chirstopher Gregory-Rivera)

Natural de Aguadilla, heredó el negocio de sus padres y lleva ya más de 20 años con el tráiler en el sur del Bronx. Trabaja con sistemas de ventilación y aire acondicionado en la semana y abre la lechonera, donde solo acepta efectivo, los fines de semana.

Es fácil identificar la lechonera. Solo tienes que buscar una caja de metal rectangular blanca con la insignia del Partido Popular Democrático pintado en rojo en un lado y muchas banderas puertorriqueñas. Adentro, hay diversos objetos decorativos -como una guitarra, unos sombreros y un letrero que dice: “PARKING FOR PUERTO RICANS ONLY”- y una pared forrada con fotos, incluyendo una de la abuela de Jiménez, quien le enseñó a cocinar. “Esa era mi segunda mamá”, relató Jiménez, quien lleva 38 años viviendo en la ciudad de Nueva York.

Entre órdenes, el cocinero bebía una cerveza, su “gasolina”, para refrescarse. Cuando abría una botella nueva, viraba un poco del líquido dorado al piso “para darle a mis padres y mi abuela,” dijo. “Ellos beben también”. Al preguntarle el secreto del sabor de su lechón, Jiménez se rio y contestó simplemente: “Mira lo que nosotros le damos” y dejó el machete caer en el cerdo asado, haciendo volar unos pedazos de carne.

Para Wilson Valentín, quien crea y sube vídeos de la lechonera a TikTok, la sazón del cerdo asado de La Piraña se debe a la manera en que está cocinado. “Cocina de la manera vieja”, aseguró Valentín en inglés, sentado en un banquito dentro del tráiler. “Su especialidad, que es el lechón, toma unas ocho horas (para cocinar)”. Además de ser un buen cocinero, dijo Valentín, Jiménez también es querido en la comunidad por su carácter. “Él es humilde y respeta a todo el mundo”, afirmó Valentín, quien nació en Puerto Rico y se crio en el Bronx. “Es generoso. Ayuda a las personas necesitadas y no olvida de dónde vino”.

Jiménez opera la lechonera solo. Él cocina, toma órdenes -cambiando entre español e inglés-, sirve la comida y cobra, calcula mentalmente los totales (aunque a veces usa la calculadora de su celular para corroborar).

Mientras trabajaba aquel sábado, algunas personas entraban para tomarle fotos y él posaba con su machete en mano. Jiménez despachaba la comida ágilmente, pero, afuera, la fila para entrar a la lechonera, situada cerca de la esquina de la calle 152 Este y la avenida Wales, seguía creciendo.

Tras un mostrador con la bandera de Puerto Rico, Jiménez les daba a probar a algunos de los clientes antes de entregarles sus órdenes. Al serviles el lechón, les exhortaba a añadirle mojo, que él también prepara. “Si no le metes (mojo), chulo, no viniste a la casa de La Piraña”, Jiménez le dijo a un cliente.

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