Fue casualidad. Ese día faltó a la escuela y, para su desdicha, se anunciaron los temas de un trabajo de investigación que los alumnos tendrían que hacer para la clase. Al ausentarse, no pudo escoger el tema de su preferencia, por lo que su maestra se lo asignó. Ese, quizás, fue el momento en el que la vida misma le comenzó a develar a Elia Cortés lo que sería su destino.