Cada Navidad muchas familias puertorriqueñas incluían entre sus actividades para la época, asistir a la Feria Bacardí. Fue una tradición que se mantuvo por 33 años consecutivos en los predios de la destilería, un espacio abierto donde se apreciaban las artesanías, se cantaba, se bailaba, se comía y se bebía también, sobre todo la típica piña colada “con o sin” ron, según el gusto de cada persona.