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El dolor de las madres que no viven con sus hijos
Agobiadas por la sociedad
Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 14 años.
26 de abril de 2011 - 11:01 AM
“La separación en sí con mis hijos fue en un contexto familiar que era límite. Después de separarme estuve viviendo con ellos, al quinto año aproximadamente, me fui con mis dos hijos (12 y 8 años) a la casa de mis padres para tratar de rehacer mi vida, de tomar un nuevo camino después de bastantes pérdidas personales. La situación fue extrema porque a mi madre le descubrieron que tenía una metástasis fulminante. Nunca lo imaginé. Estaba llena de deudas y sola, mi papá no era una ayuda. Trabajaba todo el día, llegaba tarde y no tenía a nadie que cuidara a mis hijos y mi madre se estaba muriendo. Me paré entre medio del bosque y me dije, ¿qué hago? Mis hijos no pueden seguir así, nadie los cuida. Fue una tremenda decisión, llamé al papá de los niños y le pedí que, por favor me ayudara. En el momento que me separo de ellos físicamente, creo que fue uno de los dolores más grandes que he tenido. Fue como si me hubiesen cortado un brazo, mutilado el alma, el cuerpo, todo... pero mi amor incondicional maravilloso, me impulsó para que mis hijos estuvieran bien y se fueron con el papá. Esa fue la única alternativa que consideré en ese minuto para ellos. Pero el dolor que se siente es tremendo”. Este es el relato de Patricia Ríos Scott, secretaria bilingüe y estudiante de psicología, quien vivió hace 10 años la dura experiencia de tomar la decisión de vivir sin sus hijos.
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