

11 de junio de 2017 - 8:00 AM
Lo primero: la crueldad. “Viejuca”. “Se le está cayendo la cara”. “Seguro tiene miles de cirugías”. “¿Cómo puede? Si podría ser su madre”. “En lugar de una primera dama, Francia hoy día tiene una primera abuela”. No repitamos las demás frases. No hace falta. Con esta mínima selección -vergonzosa de teclear- se resumen algunas de las reacciones globales a la aparición en la escena política internacional de Brigitte Trogneux, la esposa del recién electo presidente francés Emmanuel Macron. La historia ya la conocen. Fue contada con morbo y el mundo la siguió.
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