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Son muchos los mensajes erróneos sobre la sexualidad que se perpetúan en nuestra cultura a través de películas, programas de televisión y canciones. Estos, a los que tan frecuentemente estamos expuestos, nos hacen creer y aceptar que una respuesta sexual es aquella en la que el deseo sexual llega de la nada y que cuando esto no pasa así, no es normal.
El deseo sexual responsivo suena a lo que es: el deseo que ocurre en respuesta a algún tipo de sensación placentera. Esto quiere decir que el deseo crece luego de recibir una estimulación apropiada y no antes, como en el caso del deseo sexual espontáneo. Este tipo de deseo es increíblemente común y para muchas personas es el predominante en casi toda su vida.
Muchas personas acuden a terapia con la meta de transformar su respuesta sexual a una más espontánea creyendo que esta es la forma en que debería ser su deseo. Sin embargo, esta no es una meta alcanzable por un terapeuta ya que la respuesta sexual individual es principalmente el resultado del funcionamiento del propio cuerpo. Algunas personas experimentan un deseo sexual espontáneo, mientras que otras tienen un deseo más responsivo. Ambos tipos de deseo sexual son normales.
Por lo tanto, la meta siempre debe ser la educación y el entendimiento de cómo reacciona el cerebro y el cuerpo a diferentes estímulos. Es decir, saber identificar qué ayuda a que ese deseo sexual vaya creciendo o también, lo que lo frena. Estos factores varían de persona en persona.
Es crucial comprender que el deseo sexual es una experiencia única para cada individuo y no hay una única forma “correcta” de experimentarlo. La diversidad en las respuestas sexuales es una realidad que debe ser reconocida y respetada. Esta diversidad es natural y no indica un problema o disfunción. Por lo tanto, es esencial desafiar las nociones preconcebidas sobre el deseo sexual y reconocer la variedad de experiencias que existen.
Se ha encontrado que estos son los requisitos del deseo sexual responsivo:
Consentimiento. ¿Estamos realmente abiertos a recibir estimulación que despierte nuestra excitación? Esto no significa que sintamos el deseo sexual en ese momento, sino una disposición a participar en un acto que ofrezca estimulación física como un medio para desarrollar la respuesta del deseo. La presión de la pareja o de uno mismo para tener relaciones sexuales puede frenar el deseo.
Placer. La estimulación física debe ser placentera y sentirse bien. Debe gustarte lo que estás sintiendo, oliendo, pensando, escuchando o experimentando. Cuando no gusta, estos estímulos actúan como un freno para el deseo.
Enfoque. No conozco a nadie que haya logrado un orgasmo pensando en los platos sucios que hay en el fregadero o en el correo electrónico que se le olvidó responder. Podemos estar abiertos al tacto físico (consentimiento) y puede sentirse agradable (placer), pero si nuestra mente no está enfocada en el momento, perdemos la capacidad de percibir ese placer que nos lleva a excitarnos.
Tiempo. Hay personas que son como un microondas que se calientan rápido, mientras que otras funcionan como un horno convencional y les lleva más tiempo calentarse. La meta no debe ser transformar hornos convencionales en microondas o viceversa. Eso no es posible. La meta es comprender mejor qué hace que la temperatura de tu horno aumente y compartirlo con tu pareja para que te ayude.
Voluntad. Dado que nuestra cultura enfatiza que el deseo espontáneo es el normal, muchas personas piensan que si no sienten deseo no deben tener relaciones sexuales. El deseo sexual no necesariamente debe ser una motivación para involucrarse en una relación sexual. La voluntad puede ser incluso más importante que el deseo y el orgasmo.
Es importante saber que la voluntad nace de la motivación. Esa motivación se puede encontrar cuando se conocen los factores que afectan las ganas de tener sexo y se tienen conversaciones saludables en pareja para tenerlas en cuenta.
- Cuando las relaciones sexuales son placenteras para ambos y no para una parte.
- Cuando no se siente presión.
- Cuando hay una relación de pareja saludable.
- Cuando hay confianza.
- Cuando disfrutan tiempo a solas.
- Cuando hay demostraciones de afecto porque sí y no buscando un encuentro sexual.
- Cuando hay validación.
- Cuando no hay culpas.
Te invito a detenerte a pensar en tu sexualidad y realizar un ejercicio reflexivo: ¿con qué tipo de deseo sexual te identificas? ¿Cuáles son las experiencias positivas que te ayudan a tener la voluntad de involucrarse en un encuentro sexual? ¿Has notado un cambio en el tipo de deseo sexual? ¿Qué hace falta en tu relación de pareja o en las relaciones sexuales que estás teniendo?
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Josie Edmée es educadora en sexualidad. Puedes seguirla en la red social Facebook: Josie Edmée - Sexualidad y Parejas, Instagram: @josieedmee y en la página web: www.elsexosentido.com.
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