El Dr. Daniel Fisher fue uno de los desarrolladores del innovador acercamiento al manejo de crisis emocionales conocido como CPR Emocional.
El Dr. Daniel Fisher fue uno de los desarrolladores del innovador acercamiento al manejo de crisis emocionales conocido como CPR Emocional. (Suministrada)

Daniel Fisher no había cumplido tan siquiera 30 años cuando su vida cambió de la noche a la mañana. Una crisis emocional inesperada lo convirtió en una persona incapaz de comunicarse verbalmente. Fue hospitalizado en tres ocasiones y recibió un diagnóstico del que muchas personas se sentirían temerosas: esquizofrenia.

Pero donde algunos solo verían horror, Fisher encontró esperanza. Su experiencia como paciente lo marcó tanto, de hecho, que estudió para hacerse psiquiatra. Por muchos años después de este momento transcendental en su vida, el doctor Daniel Fisher se ha dedicado a buscar a perfeccionar las mejores prácticas para atender a personas que, como él, llegaron a instituciones mentales y se encontraron separados de la sociedad y, en cierta medida, de su propia humanidad.

Fue así como nació un acercamiento innovador para atender a personas en crisis emocionales: el CPR Emocional.

“Reconocimos que había ciertos principios y elementos, y a uno al que las personas seguían acercándose, y uno al que yo recordaba de mi propia experiencia, era las relaciones. Las relaciones son un elemento crucial en el mejoramiento de las personas. Los pacientes decían que se sentían mejor cuando eran tratados como seres humanos. Cuando eran tratados con dignidad y respeto, cuando sentían que creían verdaderamente en ellos, ellos realmente sentían que eso los había ayudado a recuperar sus vidas”, dijo Fisher en una entrevista reciente con El Nuevo Día.

Fisher es un hombre mayor, delgado, de pelo canoso y ojos claros. Su voz es suave y su forma de hablar es pausada. Años como proveedor de servicios de salud mental han forjado su forma particular de ver el mundo y su técnica de CPR Emocional, más que una herramienta de trabajo, es una forma de vida.

“Se nos ocurrió el término CPR Emocional por que queríamos señalar a que, igual que como pasa con el corazón físico, a veces, tu corazón emocional necesita respaldo”, dijo. Las siglas en inglés, en este caso, significan conexión, empoderamiento y revitalización.

“Fui hospitalizado en tres ocasiones cuando tenía 25 años y en cada ocasión, antes de estar en el hospital, me volvía silencioso. Así que la única cosa que me ayudaba era la dimensión no verbal. Personas comunicándose con gestos, expresiones faciales, con sus tonos de voz, el contacto visual, imágenes, posturas, cómo movían los brazos. Esa dimensión de las emociones era lo más impactante. Por eso lo que enfatizamos es que las personas realmente estén conscientes de lo que sientes cuando están con alguien y que intenten comunicar ese sentimiento, porque cuando una persona está angustiada, no quiere a un autómata, sino a un ser humano”.

Según Fisher, quien ha venido a la isla en varias ocasiones a ofrecer conversatorios sobre este acercamiento, no existe una guía práctica de pasos a seguir para aplicar el CPR Emocional, sino, que es un proceso que varía de caso a caso. Un punto crucial, insistió, es el aspecto de tratar a las personas con respeto.

“Realmente se trata de recuperar nuestra humanidad, porque la estamos perdiendo más cada día”, dijo.

“Lo mejor al momento de hablar con una persona es no acercarse con teoría, porque eso está todo en el cerebro racional. Hay que entrar, principalmente, con el corazón. Mientras más sepas de ti mismo, mientras más sepas sobre tus sentimientos, mientras más puedas expresar en palabras y de forma no verbal cómo estás respondiendo a la situación, más auténtico eres. Y mientras más auténtico eres, más probable es que alcances a esa persona. Y necesitas alcanzarlos para poder ayudarles a hacer su propia sanación”.

Y es que en el CPR Emocional se rompen todas las nociones de la relación tradicional de paciente y médico. Según Fisher, es necesario romper con esa tradición jerárquica y colocarse al mismo nivel de la persona. El acercamiento no debe ser uno clínico en el que se trata una crisis emocional como se trataría un catarro, sino, uno que priorice ser un facilitador para ayudar a la persona a encontrar sus propias respuestas. Su fórmula toma algunas cosas prestadas del psicoanálisis, reconoció.

Envuelve vulnerabilidad, no solo de las personas que comparten su angustia, también de las personas que están ayudando, que deben ser capaces de compartir sus sentimientos”, sostuvo el psiquiatra natural de Massachusetts.

Su acercamiento no ha sido popular en todas partes ni bien recibido por toda la comunidad de salud mental, reconoce. Para algunas personas resulta inconcebible rebajarse al nivel de sus pacientes o ceder el poder que ofrecen las dinámicas tradicionales de tratamiento. Esto, dijo Fisher, es una de las cosas que espera que cambien con el tiempo.

“Si la psiquiatría pudiera ser más humana y mirar a la persona entera, si hubiera un acercamiento de más trabajo en equipo, no habría que esperar a llegar a un diagnóstico y a recetar medicinas. Preguntaría, en su lugar, ¿quién es esta persona? ¿Cómo es su familia? ¿Cuál es su cultura? ¿Cuáles son sus sueños y esperanzas? Interactuarían con las personas como participantes activos en sus propias vidas, más que pacientes en su cuidado. Esa es mi esperanza”.

💬Ver comentarios