

15 de julio de 2025 - 10:21 PM
Un incendio en una casa para ancianos en Massachusetts cobró la vida de nueve personas y dejó a residentes atrapados en el interior del recinto, incluso algunos que colgaban de las ventanas mientras pedían ayuda a gritos, indicaron las autoridades el lunes. Al menos otras 30 personas resultaron lesionadas.
Un sindicato de bomberos dijo que la falta de personal obstaculizó la respuesta al incendio y contribuyó al número de muertos, aunque el alcalde de la ciudad criticó dichas aseveraciones y el jefe de bomberos dejó entrever que ningún número de socorristas habría sido suficiente . Mientras tanto, varios residentes que elogiaron el trabajo de los bomberos y a la policía por sus heroicos esfuerzos de rescate dijeron que el personal de la residencia para ancianos hizo poco para ayudar.
“No tocaron ni una puerta”, declaró Robert Cabral. “Simplemente corrieron”.
Los bomberos respondieron al incendio en la casa para ancianos Gabriel House, en Fall River — a unas 50 millas al sur de Boston— alrededor de las 9:50 p.m. del domingo y se encontraron con denso humo y llamas en la parte frontal del edificio. La oficina del fiscal del distrito del condado de Bristol dijo en un comunicado que la causa del incendio “no parece sospechosa en este momento”. Aún se investigan las causas, indicaron las autoridades.
Lorraine Ferrara, una de las aproximadamente 70 residentes del lugar, se despertó cuando un vecino golpeó a su puerta. Intentó abrirse paso por el pasillo en medio del humo, pero regresó a su habitación cuando el sistema de rociadores lanzó agua caliente sobre su espalda.
Mientras su habitación se llenaba de humo, Ferrara abrió su ventana y gritó. Un bombero rompió la ventana y la bajó por la escalera, comentó.
“En verdad pensé que iba a morir”, dijo. “Pensé que no había salida”.
El miedo se mezcló con enojo cuando vio que dos empleados del lugar salían corriendo del edificio.
“Nos dejaron solos y salieron corriendo al estacionamiento”, explicó. “Yo estaba colgando de la ventana —‘¡Ayuda! ¡Ayuda!’ y ellos simplemente siguieron corriendo”.
Los fallecidos tenían entre 61 y 86 años, informaron las autoridades. La oficina del fiscal del distrito del condado de Bristol identificó a siete de los muertos como Rui Albernaz, de 64 años; Ronald Codega, de 61; Margaret Duddy, de 69; Robert King, de 78; Kim Mackin, de 71; Richard Rochon, de 78; y Eleanor Willett, de 86. Añadió que también fallecieron una mujer de 70 años y un hombre de 77, pero aún no se notifica a sus familiares.
Gabriel House abrió en 1999 y cuenta con 100 unidades, según la Massachusetts Executive Office of Aging and Independence. Su sitio web promueve apartamentos tipo estudio “para aquellos ancianos que no pueden permitirse el alto costo de la vida asistida”, así como cuidado de adultos en grupo a poca distancia de tiendas, restaurantes e iglesias.
“Si ocurre una emergencia, sin importar la hora, habrá alguien listo para ayudar”, afirma el sitio web.
Dennis Etzkorn, dueño de la instalación, se negó a comentar el lunes, pero las autoridades dijeron que estaba cooperando con lo que el jefe de bomberos Jeffrey Bacon describió como “una investigación muy extensa”.
El fiscal del distrito Tom Quinn calificó el incendio como una “terrible tragedia” en un comunicado en el que también elogió al personal de emergencias por “poner a salvo a muchos de los residentes mientras se enfrentaban a circunstancias muy complicadas”.
Unos 50 bomberos se presentaron al lugar para combatir las llamas, entre ellos 30 que se encontraban fuera de servicio. La policía también ayudó a derribar puertas y puso a salvo a cerca de una docena de residentes. Cinco bomberos que resultaron heridos fueron dados de alta de un hospital el lunes.
“No podía haber suficientes personas para salvar a todos los que necesitaban ayuda anoche”, subrayó Bacon.
Pero los funcionarios del sindicato de bomberos afirmaron que el cierre de compañías de bomberos y los recortes de personal han sido un problema durante décadas .
Si el personal hubiera estado al nivel recomendado a nivel nacional, hubiera habido ocho bomberos más en el lugar la noche del domingo y “se habrían salvado vidas”, aseguró Edward Kelly, presidente del sindicato de la Asociación Internacional de Bomberos.
El capitán Frank O’Reagan dijo que, cuando llegó al lugar, no había equipo de respiración disponible, por lo que comenzó a ir de puerta en puerta en el tercer piso sin un tanque de aire.
“Primera habitación, vacía. Segunda puerta que pateé, un cuerpo. Siguiente habitación, vacía. Siguiente habitación, un cuerpo”, comentó. “Busqué tanto como pude, pero después de un rato, sólo puedes soportar cierta cantidad de humo”.
El hermano de O’Reagan, el bombero Michael O’Reagan, dijo que estaba sorprendido de que 40 minutos después de la llegada de los bomberos aún no se había registrado buena parte del edificio.
“Hicimos lo mejor que pudimos con lo que teníamos, y lo que teníamos no era suficiente”, subrayó Michael O’Reagan, presidente del sindicato de bomberos de Fall River.
El alcalde de Fall River, Paul Coogan, afirmó que el departamento de bomberos cuenta con el personal recomendado por el jefe de bomberos.
“El personal del departamento de bomberos cuenta con el número de elementos que pidió el jefe”, afirmó. “No han pasado ni 24 horas de esto y ¿esa va a ser la prioridad y no las familias?”.
Joe Alves, quien vive a varias casas de la residencia, dijo que vio a los agentes sacando cuerpos, a personas en sillas de ruedas y a mascotas heridas del edificio, y algunos vertieron botellas de agua sobre las quemaduras .
“Fue terrible”, comentó con la voz entrecortada.
Clever Parra, quien vive detrás de la instalación, dijo que se sumó a varios otros vecinos para ayudar a evacuar a los residentes a través de las ventanas. El trabajador de la construcción de 40 años de edad contó cómo subió por una escalera y vio a un hombre que intentaba abrir una ventana para escapar de las llamas. Después de intentar por su cuenta, Parra recurrió a un bombero para romper la ventana.
El bombero “me mandó al tipo con los pies por delante y yo lo saqué y lo bajé”, recordó.
La gobernadora de Massachusetts, Maura Healey, puso a disposición del alcalde asistencia estatal y expresó sus condolencias con los familiares de las víctimas que fallecieron, además de agradecer a los socorristas.
Brian Doherty, presidente de Massachusetts Assisted Living Association, dijo que las autoridades estatales estaban trabajando con instalaciones de atención a largo plazo para encontrar hogares para los residentes desplazados.
Paul Lanzikos, exsecretario del Departamento de Asuntos para Ancianos de Massachusetts y cofundador del grupo de defensa Dignity Alliance, dijo que al grupo le preocupan los reportes de falta de simulacros de incendio, escasez de personal para una población altamente dependiente y los problemas de seguridad como un ascensor descompuesto y aires acondicionados en las ventanas.
“Es una terrible tragedia que nunca debió ocurrir”, puntualizó Lanzikos.
Con aproximadamente 94,000 residentes, Fall River es la décima ciudad más grande del estado y una de las más pobres.
La comunidad de clase trabajadora en el sur de Massachusetts fue alguna vez un centro global para la fabricación textil, pero sufrió de pérdida de población y dificultades económicas a medida que la industria se venía abajo. En las últimas décadas se ha visto nuevo desarrollo e inversión, pero la ciudad también ha quedado sacudida por escándalos. El exalcalde Jasiel Correia fue declarado culpable en un juicio por corrupción y sentenciado a seis años de prisión en 2021.
Los sobrevivientes del incendio fueron trasladados a un centro de alojamiento temporal ubicado a menos de un kilómetro de su antiguo hogar, muchos de ellos en estado de shock después de perder la mayoría de sus pertenencias.
Algunos rompieron en llanto, otros gritaban nombres, desesperados por saber quién seguía con vida. El personal repartió sándwiches, bebidas e incluso bastones para aquellos que no tuvieron tiempo de tomar su equipo médico entre el humo y las llamas.
Neal Beck, quien había vivido en Gabriel House durante seis años, dijo que fue sacado a través de una escalera desde la ventana de su baño.
“He estado sin hogar antes”, dijo. “Supongo que lo estaré de nuevo”.
El jefe de cocina Paul Ferreira estaba fuera de servicio la noche del domingo, pero se apresuró para llegar al lugar y vio cómo sacaban cuerpos del edificio.
“No saber que era la última vez que cocinaba para ellos, es triste . Se convierten en parte de tu familia”, dijo Ferreira. “Algunas de estas personas no tienen familiares. ¿A dónde van a ir ahora?”.
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