Reclinado en una silla blanca, Oscar Sotomayor observaba en silencio los actos de conmemoración de un evento que no quisiera tener que recordar, aunque considera que es necesario e inevitable; pese a que han pasado 20 años, las memorias están vivas.
Reclinado en una silla blanca, Oscar Sotomayor observaba en silencio los actos de conmemoración de un evento que no quisiera tener que recordar, aunque considera que es necesario e inevitable; pese a que han pasado 20 años, las memorias están vivas.
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