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Eran casi las 8:30 de la noche y los vientos del huracán María ya habían derribado bambús frente a la entrada de la Escuela Elemental Urbana en el barrio Río Abajo de Cidra, a donde unas 60 personas llegaron más temprano buscando resguardo. Las empleadas de comedor escolar, que decidieron pernoctar para asegurarse de que no les faltara alimento, daban los toques finales a la merienda que cerraría la jornada, pero antes había que orar.