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En un pabellón normalmente reservado para jóvenes quemados, varios niños yacían apáticos bajo mosquiteras, junto a sus preocupados padres. En un día reciente, Carlos Benítez, de 9 años, regresó a casa tras varios días recibiendo líquidos por vía intravenosa mientras los médicos esperaban que bajase la fiebre causada por el dengue.