De una fiesta en Oslo hasta el Nobel de Donald Trump
En 1888, Alfred Nobel se sorprendió al leer su propio obituario, titulado “El mercader de la muerte está muerto”. Resultó que era un error del periódico, porque el que había muerto era su hermano Ludvig, pero el obituario desconcertó a Alfred Nobel, despertándole una gran preocupación sobre cómo sería recordado después de su muerte. ¿Por qué la preocupación? Alfred era un científico sueco que hizo varios descubrimientos, pero lo más importante fue la dinamita, precursor de una gran cantidad de explosivos militares. Ya ven porqué el título de “mercader de la muerte”.
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