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Mi más remoto recuerdo del ajo se remonta a mi niñez. Fue antes que Kennedy comenzara a escalar la guerra de Vietnam y justo cuando Fidel Castro hizo su entrada en La Habana. Mi padre nos llevaba a comer salmorejo y arroz con jueyes al ya desaparecido restaurante Cecilia’s Place, en Isla Verde. Antes del plato principal servían un exquisito pan con ajo. Quedé para siempre prendado por el delicioso y exótico gusto de ese condimento. Pero la historia del ajo y sus aplicaciones médicas son mucho más interesantes.
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