

Pensé que me estaba poniendo viejo y decrépito… y que por eso arrastraba los pies al caminar, hasta que un buen día me enfermé con COVID y aumentó la dificultad. Cuando acudí al hospital, al bajarme del carro, casi no podía caminar. Me dirigí a Sala de Emergencia donde me ordenaron una resonancia magnética (“MRI”) del cerebro que reveló dilatación de los ventrículos, dos grandes cavidades que se encuentran a cada lado del cerebro. Estos ventrículos producen un fluido que llamamos líquido cefalorraquídeo, en el cual flota el cerebro con el fin de amortiguar cualquier golpe, pero si un exceso de líquido cefalorraquídeo se acumula en esos ventrículos, estos se dilatan, poniéndole presión a la masa cerebral que les rodea, causando así un trastorno que llamamos hidrocefalia. Existen dos tipos: de presión alta y de presión normal. Nos concentraremos en la más común, la de presión normal, conocido en nuestra jerga médica como “normal pressure hydrocephalus” (NPH).
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