Yo querría que a la hora de su muerte también se guardaran los cerebros de aquellos que se pasan las noches haciendo estallar petardos. Lo que tienen los petarderos en su mente, todavía no lo sabemos, dice Mayra Montero
Yo querría que a la hora de su muerte también se guardaran los cerebros de aquellos que se pasan las noches haciendo estallar petardos. Lo que tienen los petarderos en su mente, todavía no lo sabemos, dice Mayra Montero
En una biografía del poeta nicaragüense Rubén Darío, que leí hace muchos años, se contaba que, a su muerte, unos científicos e intelectuales de la ciudad de León, la segunda en importancia después de Managua, insistieron en conservar su cerebro en un frasco de cristal, que a la larga fue de un lado para otro hasta que se perdió.
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