A fomentar donaciones que brindan salud y salvan vidas
El pueblo de Puerto Rico está llamado a incrementar su colaboración directa con las autoridades sanitarias mediante donaciones de sangre que son cruciales para mejorar intervenciones médicas en cientos de casos en los cuales disponer de ese fluido resulta determinante para salvar vidas.
Aunque se estima que el 60% de la población en la isla está apta para donar sangre, solo de 5 a 6% acude con cierta regularidad a los centros donde las personas se pueden someter a un proceso voluntario sencillo que permite extraer, procesar y almacenar productos sanguíneos, esenciales en intervenciones de emergencia u otros tratamientos hospitalarios.
Las autoridades salubristas señalan que aquí sería adecuado obtener 300 unidades de sangre diariamente. Sin embargo, el promedio de donaciones es de unas 150 unidades cada día. Debido a la escasez de productos sanguíneos, que incluyen plaquetas y plasma, entre otros, han ocurrido situaciones críticas como fue el caso durante periodos agudos de la pandemia del COVID-19. Incrementar esos abastos reducirá ese y otros graves riesgos.
Es necesario ampliar la educación a los ciudadanos sobre la importancia de donar sangre y orientar para erradicar la desinformación que puede desalentar la valiosa gestión de regalar vida a pacientes con su salud seriamente quebrantada. Como parte de esos esfuerzos, es preciso divulgar que ciertas regulaciones han cambiado para ampliar el potencial de donaciones. En tal sentido, se puede destacar, por ejemplo, que ciertos menores, a partir de los 16 años, pueden donar sangre, de mediar el consentimiento de sus progenitores, al igual que pacientes diabéticos, si tienen su condición controlada.
La sangre es el componente más importante en las unidades de trauma. Así lo destacan galenos que laboran en la isla, donde la mayoría de los pacientes con ese tipo de diagnóstico están implicados en accidentes de tránsito, caídas o han sido víctimas de ataques delictivos, principalmente con armas de fuego. En el caso de los choques automovilísticos, la cifra de heridos, sobre todo con lesiones politraumáticas, fluctúa de 30,000 a 36,000 cada año.
La mayoría de las personas que sufren trauma severo en la isla son referidos al Centro Médico de Río Piedras. Debido al alto volumen de pacientes allí, es preciso incrementar su plantilla de tecnólogos médicos y otros especialistas en el Hospital de Trauma. En esas instalaciones un desafío frecuente es lograr transfusiones de sangre sin dilación, entre otras intervenciones críticas, para estabilizar y salvar la vida de adultos y niños.
En Puerto Rico, las autoridades médicas han documentado que la mitad de las personas que fallecen a causa de uno a múltiples traumas mueren por desangramiento. Mientras, en intervenciones quirúrgicas, la falta de sangre para un paciente es también causa de defunciones. De ahí la importancia extrema de aumentar los abastos en los bancos de sangre locales.
Conocer testimonios de donantes de sangre, plaquetas y otros productos sanguíneos moverá a emularlos. El gobierno, así como el sector privado, debe procurar la participación de estas personas en foros y conferencias. La intervención de tecnólogos médicos y otros profesionales de la salud también es clave en estas iniciativas. Además, se deben promover sangrías en centros de trabajo y facilitar que los trabajadores inviertan tiempo de su jornada para donar.
Una gestión similar debe replicarse para estimular también la donación de órganos y tejidos. Los avances médicos permiten hoy donar riñones, pulmones, páncreas, corneas y el corazón. Además, se puede donar tejido óseo, válvulas cardiacas e intestinos. El presente de vida que representan estas donaciones tiene un valor inconmensurable. Urge concienciar al respecto porque 20 personas mueren a diario a la espera de algún trasplante de órgano en Estados Unidos. En la isla, la lista de pacientes en espera a fines de 2022 ascendía a 300 personas.
El diálogo abarcador sobre la donación de fluidos sanguíneos, órganos y tejidos debe primar en Puerto Rico. De esta forma, con el desprendimiento y la solidaridad que nos caracteriza, el país podrá asumir un estandarte de vanguardia centrado en aportar vigorosamente a la recuperación de la salud de miles de pacientes.