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A trabajar por la felicidad de nuestras madres

11 de mayo de 2025 - 11:10 PM

Cuando las familias puertorriqueñas se reúnan hoy, Día de las Madres, a celebrar a la persona que, por lo general, es el centro y balance de los hogares, habrá personas para las cuales esta fecha no trae más que penas: aquellos que perdieron a sus progenitoras a manos de la cruenta ola de violencia de género que hace demasiado tiempo ahoga a Puerto Rico.

En apenas los primeros cuatro meses de este año, ocho mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas; siete de estas eran madres, incluida Caroline Bou, asesinada en abril por el hombre con el que había procreado seis de sus siete hijos, de entre 12 años y 12 meses de edad. En el 2021, el Centro de Periodismo Investigativo analizó las muertes de mujeres a manos de parejas y exparejas desde el 2017 hasta ese año; el 70% de las víctimas eran madres.

La violencia de género, acerca de la cual tantos prefieren hacerse de la vista larga, o continuar manejándolo de la misma manera en que ha fracasado por décadas, es, puede verse en los datos antes citados, principalmente violencia contra la madre. Es la más grave, pero no la única de las instancias que hacen enturbian el acto de ser madre en Puerto Rico. Invitamos al país y a las autoridades a reflexionar sobre estas amenazas en el día en que nos juntamos para honrar a nuestras madres.

La pobreza también acecha la maternidad. Según datos recopilados por el Instituto de Desarrollo de la Juventud, una entidad no gubernamental, el grupo poblacional más pobre en Puerto Rico son las madres solteras de niños menores de cinco años, el 61% de las cuales está bajo el nivel federal de pobreza. La precariedad económica, de paso, es el principal freno citado por mujeres que deciden no tener hijos, lo cual es la razón de que haya en este momento en nuestro país la tasa de natalidad más baja desde que esto se mide hace más de un siglo.

Como sociedad, tenemos tarea, enorme y urgente, con esto. Ninguna de las circunstancias que afectan la maternidad, como la violencia, la pobreza y la precariedad de la vida en general, son problemas sencillos, ni que se puedan resolver de la noche a la mañana. Pero, ningún desafío que tengamos como sociedad se resolverá por sí mismo, mientras esperamos soluciones milagrosas.

En el caso de la violencia, debemos sobre todo a la pusilanimidad oficial el que no se haya establecido un currículo con perspectiva de género, del que la Organización de Naciones Unidas (ONU) dice que ayuda a disminuir la violencia contra la mujer.

El caso de la pobreza, no es distinto: las soluciones han sido planteadas y solo falta ver cuáles se ajustan mejor a nuestra realidad social y económica. El IDJ, por ejemplo, lleva años impulsando soluciones y políticas contra la pobreza infantil que han tenido éxito en otras jurisdicciones, como créditos por dependientes, incentivos para empleo y vales para cuido de niños, que pueden ayudar a jóvenes madres a insertarse en la fuerza laboral y alzarse sobre la pobreza. El reto implica incentivar políticas inteligentes que apoyen y protejan la maternidad.

Vimenti, una escuela chárter en el residencial Ernesto Ramos Antonini, en Río Piedras, tiene un hermoso programa que adiestra a madres acerca de las complejidades del mundo laboral y les asiste con cuando comienzan a trabajar. Esas iniciativas, más muchas otras similares de parte de diversas organizaciones, son lo que necesitamos, merecen el respaldo de toda la sociedad y el apoyo de las autoridades.

En resumen, nuestras madres, más que meras felicitaciones, necesitan políticas e iniciativas que les ayuden a alcanzar la felicidad que, con todo amor y sinceridad, les desearemos hoy.

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