A dos meses de concluir el primer año del cuatrienio, Puerto Rico enfrenta una tormenta institucional y económica que no es fruto del azar, sino de una cadena de dilaciones sistemáticas y un estilo de gobernanza más vinculado a la estridencia que a los resultados. Así lo evidencia la paralización de proyectos esenciales —energía, infraestructura, vivienda y servicios básicos— que amenazan con convertir la recuperación en una mera ilusión.
Editorial
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Basta de malas decisiones, atrasos y fondos desperdiciados
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