Sabemos que formica es latín y atravesó por cambios fonéticos. También le expliqué que la /f/ del latín, en su paso al castellano medieval se convirtió en un sonido aspirado (como una jota), y luego, desapareció por completo. Y ayer nos quedamos en la evolución de [formica] a [hormica] a [ormica]. Pues la cosa no paró ahí. La /f/ no fue el único sonido consonántico que cambió. Hubo muchos. Pero regresando a [formica] > [hormica] > [ormica], resulta que la c de [ormica] también cambió. ¿Por qué? Ja, ¡ahora empieza lo bueno! Mire cómo es este asunto. Cuando algunos sonidos consonánticos están entre sonidos vocálicos, como en [ormica] se producía un cambio muy interesante y sistemático (y todavía sucede). Esos sonidos eran (y siguen siendo) la /p/, la /t/ y la /k/; la /k/ representa en transcripción fonética aquellos sonidos que suenan como en hormica [hormika] > [ormika] o en querer – [kerer]. Bien. ¿Cuál fue el cambio? Pues que la /k/, que es un sonido sordo (las cuerdas vocales no vibran), se convirtió en su pareja sonora por estar entre vocales. Y la pareja sonora de la ca [k] es la ge [g]. ¿Qué nos quedó? ¡HORMIGA! Hualde añade que en muchas palabras que se escriben con h muda hoy, podemos ver esa /f/ latina, como en hilo y filamento, harina y farináceo y la linda HORMIGA y FORMICARIO (caja para criar hormigas). Curioso hobby, ¿no le parece?
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Bocadillos lingüísticos: Formica 2
Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 10 años.