Crucial prevenir enfermedades de transmisión sexual
El alza en los contagios de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) entre adultos mayores, así como el hecho de que los jóvenes y adolescentes sigan contagiándose al mismo ritmo que el año pasado, sin un alza notable, pero tampoco una reducción consistente, denota la necesidad de enfatizar la prevención a todos los sectores de la población en Puerto Rico.
Los números que maneja el Departamento de Salud, que ha reportado 8,406 casos de ETS en 2022, en todos los grupos de edad, puede que no reflejen la verdadera magnitud del problema, toda vez que muchas personas que han contraído algunas de estas enfermedades esperan hasta última hora para buscar ayuda médica. En estos casos, pueden pasar meses, o años, antes de que la condición se agrave y pase a formar parte de las estadísticas estatales.
En cuanto a la población de adolescentes y jóvenes, ya a fines de 2022 las autoridades salubristas reconocieron un repunte en casos de sífilis desde las edades de 16 hasta los 30 años. Desde entonces se advirtió la necesidad de reforzar iniciativas de prevención dirigidas a ese segmento poblacional. Al respecto, peritos abogan por un enfoque de salud integral como parte de un currículo para educar sobre los riesgos de estas enfermedades y cómo protegerse para evitar contagios.
La pandemia del COVID-19 contribuyó a relegar este tema. Durante meses los esfuerzos de la comunidad médica se enfocaron en atender la emergencia del coronavirus y las vacunaciones, dejando de lado no solo las advertencias sobre las enfermedades de transmisión sexual, sino también sobre otras condiciones que pudieran haberse agudizado durante los meses en que muchas personas evitaban visitar oficinas médicas u hospitales.
De entre las enfermedades de transmisión sexual, que son varias, algunas graves como la sífilis, si no se combate a tiempo, la que parece haber registrado un mayor aumento de casos entre los mayores es el herpes genital, que no tiene cura —solo remedios para aliviar sus brotes— y que durante mucho tiempo puede estar latente sin que el paciente lo sepa. Incluso al producirse un pico en la condición, que se manifiesta con llagas y síntomas parecidos a los de la influenza, muchas personas ni siquiera piensan que puede tratarse de una enfermedad adquirida de sus parejas sexuales.
Según los expertos consultados recientemente por El Nuevo Día, son los mitos y los prejuicios los que están impidiendo que la población de 55 años en adelante sea diagnosticada y tratada por las ETS. Y todos, sin excepción, han exhortado a la comunidad médica a dialogar con sus pacientes, hombres y mujeres, incluyendo en el historial clínico la actividad sexual, sin dar por sentado que por tratarse de “viejos” no están expuestos a ese grupo de enfermedades sexualmente transmisibles, entre ellas también la gonorrea y la clamidia, que tienen cura mediante el tratamiento adecuado, pero de cualquier modo revisten riesgos mayores de no atenderse a tiempo.
Ante la incertidumbre que se cierne sobre Puerto Rico en cuanto al futuro de la prestación de servicios de salud, y teniendo en cuenta que este es uno de los países del mundo con mayor número de adultos mayores, es necesario insistir en el tema de la prevención para que la población se mantenga lo más saludable posible, y así evitar las complicaciones que estas enfermedades acarrean.
Hay que romper con el tabú, como indican los especialistas, y volver a los tiempos en que se hacían campañas de cernimiento en lugares públicos, como playas y centros comerciales. Es natural que algunos adultos mayores opongan resistencia a la hora de hablar del tema o hacerse ese tipo de prueba. Ese es el frente en el que hay que trabajar, disipando sus temores y desconfianza.
Además, será pertinente que se adelanten los resultados del primer semestre del año en curso, a fin de conocer si el relajamiento de las medidas contra el COVID-19 ha incidido en un aumento de las ETS, y actuar en consecuencia.