No ha tenido que mediar un golpe ciclónico para que, con el reciente apagón general, en Puerto Rico se haya formado la “tormenta perfecta” producto de la reprochable descoordinación de las entidades llamadas a garantizar la entrega de energía. Esta crisis de gobernanza es consecuencia del nulo trabajo colaborativo, de la crasa falla de comunicación al pueblo y de la débil fiscalización y rendición de cuentas sobre el manejo del servicio.
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Hace falta transparencia y un plan energético coherente
Nota de archivo
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