El impuesto al inventario ha sido objeto esta semana de un debate que, al fin, parece poner las cosas en su lugar: se trata de un tributo regresivo que castiga el abasto, encarece la vida de los consumidores y daña al comercio. La gobernadora Jenniffer González tiene la oportunidad de ponerle freno a un esquema fiscal anacrónico y de proveer a los municipios fuentes de recursos modernas, equitativas y responsables.
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Hora de poner freno a un impuesto regresivo
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