La condena al asesinato de Charlie Kirk es innegociable. Lo mataron a tiros en un campus universitario de Utah, en un acto público cuyo sentido era hablar y debatir frente a admiradores y detractores. Nada, ni la ideología más odiosa, puede cruzar la frontera que convierte una discrepancia en permiso para asesinar al rival.
Editorial
Representa la perspectiva del medio de noticias.
No a las balas asesinas, sí al diálogo cívico
Archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 meses.

