

En la noche del 17 de julio de 1998, el desenlace de la Conferencia Diplomática convocada para crear la Corte Penal Internacional era todavía incierto. Cientos de representantes de estados y organizaciones de sociedad civil reunidos en la sede de la FAO en Roma contenían el aliento. Por fin, pasada la medianoche, delegaciones eufóricas pudieron aplaudir el resultado de la votación: 120 estados a favor, 7 en contra, y 21 abstenciones. Se había logrado concretar un sueño de antigua data: la creación de un tribunal penal permanente para investigar y juzgar a los autores de genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. También se incluía al crimen de agresión pero solamente de manera programática, hasta que se lograra acordar su definición y condiciones para el ejercicio de competencia por la Corte. Estas cuestiones se dirimieron 12 años más tarde, en la primera conferencia de revisión celebrada en Kampala, Uganda en el 2010.
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