Esa es la Real Academia Española (la de Madrid solamente). Bien. Si busca docta en el diccionario de la “docta” leerá: “Que a fuerza de estudios ha adquirido más conocimientos que los comunes u ordinarios”. ¿Qué estudios? Lingüísticos no son. Es triste pues a pesar de que la docta “reconoce” (porque no le queda más remedio) los usos de los hablantes “comunes y ordinarios”, insiste en desautorizarlos y más recientemente en desaconsejarlos (lindo eufemismo). Un ejemplo de lo anterior lo vemos a diario en el uso de los pronombres personales le/les. La docta “desaconseja” el uso del singular en oraciones como: *“Le corresponde a los políticos sacarnos del hoyo en que nos han metido”, pues lo “correcto” hubiese sido “Les corresponde a los políticos...” en plural. Grijelmo, en El País, tocó este asunto: “Alarcos llamó a esta construcción en singular ‘el le inmovilizado’.” Este le, lo vemos en la prensa y en escritores como García Márquez: “mientras le afeitaba el pescuezo a los gallos”. Grijelmo también cita ejemplos de Benedetti y Cela. Y bien nos dice: “cualquier hablante culto puede incurrir en discordancias desaconsejadas por la Academia. Y eso no arruina el gran valor de aquellas obras”. La docta debería saber que estudiar la lengua en uso es uno de los principios básicos de la lingüística. Si no lo sabe, que se ponga a estudiar y deje de condenar.
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