¿Por qué decimos pasaporte y no pasapuerto? Pues, a ver si llegamos... a puerto seguro. En primer lugar, es importante recordar que, en la evolución que se produjo del latín vulgar a la formación del castellano, la O tónica (acentuada) se convirtió o diptongó (casi siempre) en UE como en portam>puerta, hortum>huerto y portum>puerto. ¿Y qué le pasó a pasaporte? ¡Aquí la puerca entorcha el rabo! El diccionario de Autoridades no dice ni jota sobre el asunto. Corominas, en cambio, sugiere que nos llega del francés passeport, derivado a su vez de passer ‘pasar’ y port ‘paso, salida’. En francés, significaba “el certificado expedido por las autoridades para la libre circulación de las mercancías”. Luego, amplió su sentido a documento emitido para garantizar el movimiento de personas. Valera explica que los datos de Corominas no son suficientes para justificar la etimología francesa, ni la razón por la que se introdujo en español este “galicismo”. Tampoco aclara nuestra duda. Mientras, Covarrubias propone que se trata de una palabra compuesta: pasar + puerto. De ser así, lo lógico hubiese sido que se produjera *pasapuerto, pero no. ¿Entonces? Como todo buen etimólogo ante una encrucijada, Valera especula que pasaporte pudo haber sido el resultado de la combinación pasar + porte (la cantidad que se pagaba por transportar alguna cosa de un lugar a otro). ¿Llegamos a puerto seguro? Por si acaso, no olvide su ¿pasapuerto?Profabocadillos@gmail.com
Se adhiere a los criterios de The Trust Project