A la destrucción de lo tangible que se ha producido en Venezuela se suma la destrucción de lo intangible, como por ejemplo, las condiciones físicas y la potencialidad de millones de niños y jóvenes, escribe Miguel Henrique Otero
A la destrucción de lo tangible que se ha producido en Venezuela se suma la destrucción de lo intangible, como por ejemplo, las condiciones físicas y la potencialidad de millones de niños y jóvenes, escribe Miguel Henrique Otero
A la destrucción de lo tangible que se ha producido en Venezuela ―devastación de la industria petrolera, pero también de las empresas privadas que fueron expropiadas; de las infraestructuras educativas y de la salud; del sistema eléctrico y de la telefonía básica; de plazas, calles, puentes, carreteras y autopistas; de los bienes que son patrimonio artístico, arquitectónico o cultural―, a toda esa destrucción habría que agregar la otra rama, probablemente de mayor calado, más sustantiva y menos visible, mucho más compleja y difícil de cuantificar, dispersa y esquiva, que es la destrucción de lo intangible. Insisto: la destrucción de los bienes intangibles de la sociedad venezolana, por parte del régimen de Chávez y Maduro.
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