Culminada su participación en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el futuro de Félix Verdejo tenía poco de misterio. Tras brillar como boxeador aficionado, estaba claro que lo próximo en su vida sería saltar al profesionalismo para hacer una carrera que tarde o temprano debía llevarle a ganar un campeonato del mundo. Así de buenos eran sus credenciales.
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