Entrevista
Intercambio para ofrecer una perspectiva relevante, que ha sido revisada para mayor claridad, pero no del todo verificada.

prima:Jane Goodall: “Los chimpancés nos enfrentan con nuestra arrogancia”

El Nuevo Día rescata de su archivo una entrevista a profundidad realizada en 2009 por el escritor Ángel Darío Carrero a la primatóloga británica durante su visita a Puerto Rico: “Más que definir lo que es la vida, personalmente me siento invitada a interrogarme o a describir qué es estar vivo: es tener conciencia, estar consciente y sentirse conectado”

15 de noviembre de 2009 - 1:57 PM

Nota del editor
Esta entrevista, realizada por El Nuevo Día en 2009 durante la visita de Jane Goodall a Puerto Rico, ha sido rescatada de nuestro archivo con motivo de su fallecimiento. La reproducimos para honrar su vida, su legado científico y su incansable defensa del planeta.

Cuando supe que Jane Goodall vendría a Puerto Rico pensé de inmediato en uno de los primeros libros de ciencia que intenté leer en mi vida: “Sobre el origen de las especies”, de Charles Darwin, y, por supuesto, en las inolvidables películas sobre Tarzán: “The Ape Man”, que tienen como fuente creadora la mano del novelista Edgar Rice Burroughs.

Una cita de Darwin puede facilitarnos el acercamiento al pensamiento de Jane Goodall: “Si no ponemos límites a nuestras conjeturas, podemos suponer que los animales, nuestros hermanos en el dolor, enfermedad, muerte, sufrimiento y hambre –nuestros esclavos en los trabajos más arduos, nuestros compañeros en nuestras diversiones- participan con nosotros de un antepasado común”.

La investigadora inglesa piensa que su trabajo por tres décadas entre los chimpancés le permite validar las ideas evolucionistas de Darwin. Los chimpancés, asegura Goodall, comparten en un 99 porciento nuestro ADN; son nuestros parientes más cercanos en todo el reino animal y, por tanto, fuente privilegiada para adentrarnos en el misterio del ser humano. Fue precisamente Goodall quien revolucionó el campo de la antropología al dar a conocer que los seres humanos no eran los únicos a quienes se podía llamar “creadores de instrumentos”, pues había observado que los chimpancés eran capaces de crear los suyos para atrapar pequeñas y huidizas termitas. Mostrar la cercanía entre ambos mundos ha sido su gran gesta. De hecho, siempre comienza sus conferencias alrededor del mundo imitando la voz de saludo de los chimpancés.

Goodall acepta que algunos no crean en la evolución. Ella misma cree en ella y, al mismo tiempo, en un Dios creador sin vislumbrar ninguna incompatibilidad. Y aunque estas discusiones y matices le fascinan, afirma que saber cómo los seres humanos llegamos a constituirnos en el ser que somos le parece muchísimo menos importante que actuar con diligencia para salir del desastre que hemos hecho de nosotros mismos y del mundo.

Jane Goodall es, sin duda, la primatóloga más famosa del mundo, una leyenda viviente del campo de la ciencia. Tiene en su haber numerosos premios y distinciones, entre ellos el Príncipe de Asturias de Ciencia del año 2003. Es, a su vez, una mujer llamativamente sencilla, serena, de hablar pausado; posee una mirada limpia que transmite gran bondad. Goodall sabe conjugar estos atributos, madurados en la soledad de la selva africana de Gombe, con ideas y convicciones claras y un compromiso firme.

En 1991 fundó el programa Roots and Shoots, vigente en ya más de un centenar de países, que tiene la finalidad de educar sobre la urgencia de un manejo responsable de los recursos naturales, un comportamiento respetuoso con el mundo animal y con la comunidad humana.

La llamada Lady Chimpancé no pierde nunca el sentido del humor. Se me presenta como “la otra Jane” (la de Tarzán era Jane Porter, a quien ha envidiado toda la vida).

Usted ha hablado revolucionariamente sobre la fe y el amor refiriéndose al mundo interior de chimpancés, ¿tienen también esperanza?

“Creo que tienen expectativas, pero no creo que tengan esperanza. No viven en el pasado ni en el futuro remoto, sino en el ahora inmediato. Tienen compasión. Cuando una madre muere, los hermanos y el padre se hacen cargo de la criatura recién nacida. Conozco un caso en que un infante perdió a su madre. Estaba solo y un chimpancé adolescente lo adoptó y lo crió. Lo cargaba en su espalda, le daba de comer, le dejaba entrar en su territorio para dormir: ¿no es esto verdadero altruismo?"

¿Qué cualidades observa en los animales -sobre todo los chimpancés- que los seres humanos hemos perdido?

“La inocencia, la habilidad de simplemente ser y estar, la humildad de saberse parte y no centro del universo. Los animales nos enfrentan constantemente con nuestra arrogancia, con nuestra terquedad”.

¿Cuál fue el momento cumbre de este camino tan inusual y hasta mágico de vivir en medio de la selva africana de Gombe?

“El momento más maravilloso fue cuando en los primeros años de mi estancia allí, un pequeño chimpancé de barba gris, a quien nombré David Greybeard, me aceptó en su mundo. Estaba cerca, lo miré a los ojos, le extendí una fruta roja de la palma de mi mano. David me miró, agarró la fruta y la dejó caer al suelo, entonces tomó cuidadosamente mi mano y la apretó con cariño. Todavía siento la suave presión de sus dedos. Fue una absoluta comunicación. Me remitió al tiempo en que no hacían falta las palabras, una comunicación más antigua”.

Usted ha hablado también del lado oscuro.

“En eso también tenemos grandes semejanzas. El momento más terrible fue descubrir su fuerza de destrucción y agresividad, su capacidad de matar a sus vecinos sin necesidad. Me sirvió grandemente para entender mejor a esta criatura que somos nosotros”.

Desde su particular perspectiva, ¿cree que el ser humano es esencialmente bueno o malo?

“Aunque compartimos con los animales un lado oscuro, creo que el ser humano es esencialmente bueno. Tengo la esperanza de que el bien prevalecerá, pero es algo que está en nuestras manos. Sé que podemos ir en ambas direcciones, pero apuesto a la esperanza, definitivamente”.

Jane Goodall durante su visita en Puerto Rico en el Jardín Botánico el 3 de noviembre de 2009.
Jane Goodall durante su visita en Puerto Rico en el Jardín Botánico el 3 de noviembre de 2009. (Ramon " Tonito " Zayas / STAFF)

¿Apuesta también a un particular camino?

“Tenemos que despertar la masa crítica de los jóvenes para que piensen y actúen de otro modo. En lugar de conjeturar negativamente debemos abrir camino confiados en tres aspectos: en la capacidad de resiliencia de la misma naturaleza para regenerarse, en el espíritu indómito del ser humano y en la fuerza y dedicación de las nuevas generaciones cuando se sienten fortalecidas mediante el compromiso responsable”.

¿Cuál es el principal prejuicio con el que ha tenido que lidiar en sus luchas?

“Muchísima gente me ha cuestionado por qué me dedico a salvar a los chimpancés cuando muere tanta gente de hambre. Es una gran contradicción justificadora de la inacción. Siempre respondo que nunca salvaré a los chimpancés si al mismo tiempo no salvo a los hambrientos. Nunca se salvará el ambiente mientras tengamos a gente muriendo de hambre. El corazón, el núcleo de todo está en proteger la vida. Hay tres componentes que no podemos separar en nuestro trabajo, van siempre de la mano: los animales, el ambiente y las comunidades”.

¿Definiría su visión como holística, en el sentido que ya hablaba Aristóteles en su Metafísica: “el todo es superior a la suma de las partes”?

“Definitivamente, mi visión es enteramente holística. He tenido la suerte de estar en desiertos, sabanas, bosques, humedales y en tantos lugares diversos alrededor del mundo entero y veo claramente las relaciones que existen. Me interesa sobre todo que veamos cómo lo que hacemos para proteger el ambiente en un lugar tiene repercusiones positivas en otros lugares y en otras esferas de la vida y también lo contrario”.

Jane Goodall, reconocida mundialmente por sus estudios con chimpancés, durante su visita al Jardín Botánico en San Juan el 3 de noviembre de 2009.
Jane Goodall ofreció una conferencia sobre conservación y la relación del ser humano con la naturaleza. (Ramón “Tonito” Zayas)

Particularmente, ¿no cree que a la ciencia le ha tomado mucho tiempo poder pensar de un modo integral? Algo que nos toca muy de cerca, como es el caso de la medicina, ¿no le parece que todavía actúan desde una visión fragmentaria del ser humano que impide precisamente la salud que pretenden asegurar?

“El secreto de mi visión integradora radica, precisamente, en que yo no me acerqué a la naturaleza con ojos de científica. Yo llegué a África sin estudios universitarios, solo por amor a la naturaleza, a los animales, específicamente a los chimpancés. Yo estudié mi doctorado posteriormente por indicación de mi mentor, el antropólogo Louis Leakey -que fue quien me dio trabajo como secretaria y luego como su asistente de investigación- para que pudiera ganar mi propio dinero y legitimar mis investigaciones. Pero mi conocimiento fundamental nace de la gran libertad de exploración de la naturaleza que me brindó mi madre, Vanne, que era una sabia. Debe estar en algún lugar por aquí con nosotros. Ese es otro tema: yo creó que la vida no se interrumpe con la muerte. Y tuve la suerte de tener de niña un gran maestro: un perro llamado Rusty, que me enseñó las primeras lecciones. Es decir, tuve la suerte de comenzar bien”.

Los científicos siempre la han criticado severamente.

“Desde luego. Por ejemplo, decían que yo le daba nombres distintos a los animales mientras debían ser números; que no debía hablar de sus personalidades, de sus pensamientos, de sus sentimientos. Pero ese camino me introdujo a dimensiones hasta ahora desconocidas que revelan cuán cerca estamos del reino animal y de las frágiles barreras que nos separan”.

Con sus observaciones usted cambió enteramente la visión antropológica. Antes se reservaba para el ser humano ser el creador de instrumentos. Probó que los chimpancés crean instrumentos creativos para comerse las termitas. Ha contado que primero tocan las frutas para ver si están maduras antes de decidir arrancarlas, es decir, disciernen. ¿Qué nuevas investigaciones le seducen actualmente?

“Yo ando ahora alrededor del mundo, pero las últimas investigaciones que se están llevando a cabo son pruebas de ADN para rastrear la paternidad y, así, establecer los modos de relación entre padre e hijo. Por primera vez en la historia sabemos quiénes son los padres de los chimpancés infantes y saldrán de ahí nuevas historias que contar”.

Los grandes problemas sociales y ambientales parecen no tener solución, ¿no le parece que el esquema fragmentario con el que los abordamos es lo que en realidad no funciona?

“Sí. Trabajamos la psicología y el trabajo social separados de la naturaleza. Se sabe, porque se hizo un experimento en Chicago, que el contacto con la naturaleza, con los árboles, con los animales tiene un efecto extraordinario sobre la psique humana. Se ha probado que ayuda significativamente a reducir los índices de violencia y criminalidad. Sabemos, igualmente, que muchos animales son verdaderamente sanadores. Ayudan a reducir el riesgo a ataques de corazón, a estabilizar la presión arterial y tantos otros efectos sanadores. Cada día nos vamos convenciendo que cuando los niños entran en contacto con la naturaleza y con los distintos animales se les abren las puertas a un equilibrio, e incluso, podríamos decir a una espiritualidad”.

¿El contacto con la naturaleza como camino hacia una espiritualidad?

“Siempre me ha fascinado la figura de san Francisco, sobre todo las historias que lo muestran escondiendo los animalitos sobre su cuerpo. Crecí en una familia de fuertes raíces cristianas pero, a decir verdad, no tuve tantas inquietudes religiosas cuando fui joven hasta que llegué a Gombe y estuve un mes inmersa en la selva africana; allí brotó la fuerte convicción de la existencia de un gran espíritu, no supe qué nombre darle, no encontré otro que Dios. Es una presencia que une todo”.

En nuestro País, a pocos días de un desastre ambiental sin precedentes en la Gulf, el actual Gobierno decidió derogar la ley que protegía una zona en el noreste como reserva natural. Se imagina: es como regalarle una caja de fósforos a alguien a quien se le acaba de quemar la casa. ¿Cómo puede justificarse esta acción? Puede darnos luz.

“La respuesta es que perdimos la sabiduría, la sabiduría que conservan todavía muchas comunidades indígenas, pues ellas se interrogan cómo una decisión que tomamos hoy puede afectar a las generaciones futuras. Eso es tener sabiduría. Hemos sustituido esta sabiduría por estrategias del siguiente tipo: cómo la decisión que hacemos en este momento me afecta a mí, a mis intereses económicos, a mis aliados o a mi imagen en función de la próxima campaña eleccionaria y así por el estilo. Y no existe esta sabiduría porque hay una suprema desconexión entre nuestro sagaz intelecto y nuestro corazón; en términos más poéticos diríamos entre la razón y el amor y la compasión”.

¿Cree que a nivel general vamos ganando en sabiduría?

“No vamos hacia lo mejor en términos de la defensa del ambiente, de los animales y de los seres humanos. En las discusiones sobre el tema ambiental hoy se discute mucho sobre la pobreza extrema de tantos seres humanos en el planeta que les obliga a dañar la naturaleza simplemente para poder mantenerse vivos. Y todo por la forma de vida egoísta y materialista de unos pocos, una forma de vida que es verdaderamente insostenible. Necesitaríamos, como dice el biólogo Ed Wilson, otros tres o cuatro planetas para vivir al ritmo que desea imponer esta visión egoísta y materialista de la existencia, pero la verdad es que ni siquiera tenemos un planeta en condiciones para soportar este ritmo insano. Hemos de revisar la mentalidad que destruye lo único que tenemos. Aunque tenemos un ADN altamente parecido a ciertos animales, especialmente al chimpancé, que es casi idéntico, no cabe duda que el ser humano tiene el horizonte intelectual más amplio entre las criaturas. Por tanto, no me canso de preguntar: ¿cómo es que estamos destruyendo nuestra propia casa?“.

Jane Goodall durante su visita en Puerto Rico en el Jardín Botánico el 3 de noviembre de 2009.
Jane Goodall compartió su visión sobre la conexión entre los seres humanos, los animales y la naturaleza. (Ramon " Tonito " Zayas / STAFF)

Díganos con honestidad, ¿todavía estamos a tiempo o se va haciendo tarde?

“Tengo que confesar que no sé si todavía estemos a tiempo. Quiero pensar que todavía nos queda un poco de tiempo, pero tenemos que darnos prisa, debe alumbrarse la conciencia antes de que todos los puntos de destrucción se encuentren entre sí”.

Le confieso que siempre me ha preocupado la sordera de gran parte de las religiones ante el estruendoso grito de la tierra. Quisiera creer que estoy equivocado. Como activista que se mueve alrededor del mundo, ¿percibe una participación activa de las religiones en defensa de la creación como casa común de todos y escenario de manifestación de la divinidad?

“Lamentablemente, las religiones no han tenido un rol significativo en la defensa del ambiente, pero puedo decir que hoy en día es un desafío creciente. Finalmente, las iglesias están comenzando a entender que su preocupación por la salud y la educación de su rebaño se ve realmente confrontada con que el ambiente que le permite vivir a ese rebaño los puede enfermar terriblemente. Creo que va naciendo la conciencia de que no podemos seguir pensando separadamente”.

¿Algún ejemplo en esta dirección?

“En el año 2000 hubo un encuentro de los líderes religiosos en las Naciones Unidas. Es curioso, pero me invitaron, de hecho, para ser vocero de la perspectiva de los animales. Al único líder que escuché hablar directa y claramente en defensa de la creación fue a un inuita, esquimal de la región indígena del Ártico. Su comunidad le pidió que fuera por el mundo advirtiendo sobre los efectos de nuestro modo equivocado de vivir y su impacto sobre el ambiente. Nunca olvidaré sus palabras: ‘mis hermanos y hermanas les traigo un mensaje de sus hermanos y hermanas del Norte: allá en lo alto del Norte, el hielo se está derritiendo, ¿cuánto más tomará para que se derrita el hielo del corazón humano? Oren conmigo’“.

¿Cuál cree es la causa de esta tardanza de las religiones frente al tema ambiental?

“No lo sé bien. Creo que el Génesis es una fantástica parábola, pero el modo de leerla ha hecho mucho daño. Se nos olvida que es una parábola y no un hecho histórico. Pero además tiene que ver con las malas traducciones. La traducción que se hace es que el ser humano es llamado a dominar la tierra, cuando en verdad, me lo confirman mis amigos hebreos, ‘radah’ significa ser protector, cuidador de ella, no dominador”.

El famoso bioquímico Erwing Chargaff se atrevió a decir que ningún científico sabía lo que era la vida. ¿Cuál es su visión al respecto?

“Mucha gente más que vivir, apenas existe a causa de la extrema pobreza. El materialismo, que es el verdadero responsable de todo, nos ha arropado en un sistema que nos impide realmente vivir. Desde otra perspectiva, la vida es lo opuesto a lo inanimado. Claro que un nativo americano diría que la montaña y las rocas están vivas: ¡y tiene razón! Pero más que definir lo que es la vida, personalmente me siento invitada a interrogarme o a describir qué es estar vivo: es tener conciencia, estar consciente y sentirse conectado. La conciencia refleja de que somos seres espirituales, que somos partes de un gran todo".

Ups...

Nuestro sitio no es visible desde este navegador.

Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: