Es más que una ciudad, es un puente entre dos mundos, Asia y Europa. A un lado, los majestuosos palacios otomanos y, al otro, los modernos rascacielos
Es más que una ciudad, es un puente entre dos mundos, Asia y Europa. A un lado, los majestuosos palacios otomanos y, al otro, los modernos rascacielos
18 de agosto de 2024 - 11:10 PM
Estambul es un lugar donde Oriente y Occidente se encuentran, no solo en el mapa, sino en la vida cotidiana. A medida que navegas por el Bósforo, te das cuenta de que Estambul es más que una ciudad, es un puente entre dos mundos, Asia y Europa. A un lado, los majestuosos palacios otomanos y, al otro, los modernos rascacielos.
Y en medio de todo, estás tú. Rodeado de una sociedad masificada donde prima cada vez más el turismo y que lucha por no caer en los timos de los turcos o en las famosas bromas de los heladeros.
Imagina perderse por rincones donde el caos y la belleza coexisten en perfecta armonía. Cierras los ojos y escuchas la llamada a la oración sonando desde las mezquitas, mientras te pierdes por un laberinto de bazares siguiendo los olores de las especias.
Si tienes la oportunidad de explorar esta ciudad, estos cinco lugares te permitirán descubrir la esencia de Estambul.
El Gran Bazar de Estambul es uno de los mercados cubiertos más grandes y antiguos del mundo. Con más de 4.000 tiendas, ofrece joyas, alfombras, especias, artesanías y las últimas tendencias de ropa tiradas de precio. Los colores, los olores y los sonidos te envuelven, mientras los comerciantes te invitan a descubrir sus tesoros: “Señorrita, aquí engañamos menos”.
Lo que marca la diferencia son las personas: el joyero que te cuenta la historia de una alfombra antigua, el vendedor de especias que comparte una receta familiar, o el artesano que muestra su habilidad con orgullo. Regatear es una parte esencial del viaje. Para ello se recomienda mantener una actitud amable y ofrecer un precio inicial bajo.
Para aquellos más curiosos, por la noche, las calles que rodean el Bazar se convierten en pasadizos infinitos donde la única luz visible es aquella de los rótulos de las tiendas y tu única compañía serán gatos en busca de comida. Por si no lo sabes, Estambul es la ciudad de los gatos callejeros.
La mezquita de Santa Sofía es el símbolo de Estambul, el epicentro de la ciudad. Construida entre los años 532 y 537 por el emperador bizantino Justiniano I, ha funcionado como catedral, mezquita y museo a lo largo de los siglos hasta que fue reconvertida como mezquita en el año 2020. Santa Sofía destaca por la fusión de elementos cristianos e islámicos, mostrando cómo estas culturas se han mezclado a lo largo del tiempo. Desde las galerías superiores, tendrás vistas panorámicas de su interior y del barrio de Sultanahmet.
El problema contemporáneo está relacionado con el elevado flujo de turistas. Se calcula que la Gran Mezquita recibió más de 6.5 millones de visitas en 2022, lo que confirma que el aspecto religioso queda eclipsado por el enfoque turístico. Por lo tanto, se han adoptado medidas para gestionar el elevado número de visitantes: los turistas y no musulmanes no podrán entrar en la planta baja de la mezquita (destinada al rezo) y tendrán que pagar una entrada de 25 euros.
Considerada una de las mezquitas más bonitas del mundo, la Mezquita Azul recibe este nombre por los azulejos de cerámica azul que decoran su interior. A diferencia de Santa Sofía, la entrada es gratuita y está abierta al público, aunque se deben respetar las normas de vestimenta y comportamiento. Esto te permite conocer una parte esencial de la vida religiosa y cultural de la ciudad sin costo alguno. Ubicada en el barrio de Sultanahmet, frente a la Santa Sofía, fue construida por el sultán Ahmed I para rivalizar con la mezquita bizantina.
Al entrar, te encontrarás con un amplio espacio de oración que sigue siendo un lugar activo de culto. Su ubicación te permite explorar otros puntos históricos cercanos como el Palacio de Topkapi y el Gran Bazar. Es recomendable dedicar un día para hacer un tour por todas las mezquitas de Estambul.
Si no tienes fobia a los barcos, no dudes en cruzar el Bósforo. Como se ha comentado previamente, Estambul se encuentra entre dos continentes separados por un estrecho llamado Bósforo. También podrás cruzar a través de un puente, pero se recomienda el paseo en ferry público por su precio económico. Simplemente el trayecto merece la pena: vistas panorámicas, atardeceres increíbles y los famosos pescadores furtivos. No sueltes la cámara, será tu mejor compañera.
Si piensas en Estambul asiático igual te viene una imagen más tradicional. Por el contrario, la parte asiática ofrece uno de los barrios más modernos de la ciudad, más mercados, más mezquitas y más historias.
El barrio de Balat baja por las colinas hasta la costa del Cuerno del Oro. También conocido como el barrio de los judíos, hace años se estableció la comunidad judía y se construyeron sinagogas, aún vigentes en la actualidad.
Hacer una ruta por estos barrios supone salir de la zona turística de Estambul para sumergirse en la vida cotidiana de familias turcas. Las calles se asemejan a un laberinto de callejones y escaleras, lugares frecuentados por artistas y fotógrafos. Encontrarás las famosas casas de colores, te podrás tomar un café en la zona hippie o podrás aprender de costumbres religiosas.
Para conocer una ciudad, es esencial recorrerla a pie, acumulando kilómetros y sumergiéndote en su cotidianidad. Al visitar los comercios familiares y charlar con sus dueños, te sumerges en la vida local y absorbes sus tradiciones. Las historias de los habitantes, sus anécdotas y vivencias van mucho más allá de lo que las guías turísticas pueden mostrar.
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