:format(jpeg)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gfrmedia/JZTKUEJNU5G6ZG6F46NUEOQI7Q.jpg)
Qué difícil es para los viajeros de cruceros, hacer una selección ante el banquete de oportunidades que brinda el puerto de Livorno, en Italia.
Esa, la principal entrada marítima a la bellísima región de la Toscana, el único inconveniente que presenta es que tiene demasiado que ver, por lo que hay que escoger entre las maravillas de Florencia, de Pisa, San Gimignano y Lucca, entre otras. Esta última, ubicada entre Florencia y Pisa, fue nuestra selección, a donde fuimos acompañados por el personal de Norwegian Cruise Line en un tour del viaje inaugural del Norwegian Viva.
Claro, hay que destacar que Lucca no es la opción favorita para quienes van por primera vez a la Toscana, la famosa región artística, gastronómica y vinícola del centro de Italia. ¡Hay que ir a Florencia, su capital y Cuna del Renacimiento!
Y aunque eso es indiscutible, Lucca es, sin duda, un lugar que hay que poner en la agenda viajera, cuando tenga la oportunidad. Encantadora, amurallada y rodeada de paisajes de viñedos, olivos y verdes colinas, propios de la Toscana, la primera impresión, nos cautivó.
La bienvenida a la impresionante ciudad medieval nos la ofreció una de sus atracciones más conocidas: sus murallas construidas en el siglo XVI, que sirvieron para defender la ciudad. Al llegar a la estructura, el mejor ejemplo de murallas intactas de Italia, consideradas también como una de las mejores conservadas de toda Europa, atravesamos una de sus seis puertas de entrada para empezar nuestro recorrido guiado caminando. Recorrimos callecitas estrechas, rincones y vimos tentadoras tienditas y boutiques, antes de empezar a descubrir sus otros monumentos.
Como es pequeñita, se puede ver la mayoría de sus atracciones en unas horas, aunque sea de un vistazo, si se organiza. Entre ellas, su Piazza Anfiteatro, con forma elíptica y construida sobre un anfiteatro del siglo II d. C. Allí verás sus emblemáticos edificios amarillos de tres o cuatro pisos, numerosos bares y restaurantes.
También hay que incluir en la visita, el Palazzo Guinigi, sede ahora del Museo Nacional, el mayor de la ciudad, que tiene al lado la Torre Guinigi, a la que se puede subir para ver su jardín en el techo. Ambos eran de la familia Guinigi, una de las principales dinastías locales.
:format(jpeg)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gfrmedia/NCPEWE5KGRD5DA2X7GZGOXSCEA.jpg)
Si quiere el mejor vistazo de la ciudad, entonces suba a la “Torre delle Ore”, o Torre del Reloj, la más alta de las varias torres que verá, y quizás el único lugar donde tendrá que esperar un buen rato en fila. Aunque construida en el siglo XIII, tomó todo un siglo para que tuviera el reloj que le dio su nombre.
El tamaño diminuto no significa que son pocos los lugares para ver, sino que hay que escogerlos bien, porque Lucca, que es considerada “La Ciudad de las 100 iglesias”, tiene también más de 130 torres.
De sus iglesias, las más importantes son la Iglesia de Michele in Foro, construida sobre un antiguo foro romano, con fachada de mármol y cuatro galerías coronadas con una estatua del arcángel Miguel; y la Catedral de Lucca o Duomo de San Martino, que está más retirada de las otras atracciones de la ciudad.
:format(jpeg)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gfrmedia/ISRS6DBHJVHJVALRPFIWXW2DO4.jpg)
En la Plaza de Napoleón verá el Palacio Ducal, construido sobre una fortaleza del siglo XIII, que ahora alberga la sede de gobierno. El Jardín Botánico y el Palacio Mansi, también son otros lugares que podrá visitar.
Al terminar nuestra visita, y regresar al punto de inicio, caminamos un rato por “La mura”, como llaman los locales a las murallas, de cuatro kilómetros de extensión. Ahora convertido en parque, es un paseo peatonal o para hacer deportes.
La ciudad, a orillas del río Serchio, una próspera durante la Edad Media, es ahora un lugar calmado, en la que sus habitantes trabajan más que nada en la agricultura y en fábricas, como las de papel de baño. Pero antes, fue un centro de peregrinación en la Vía Francia, en parte por la presencia del Santo Rostro, en la Iglesia de San Martino.
Posteriormente, tuvo gran decadencia, y tras varios siglos formó parte del Gran Ducado de Toscana y en 1860, del Reino de Italia.
Situada en una llanura al pie de los Alpes Apuanos, allí hay numerosos festivales musicales (la ciudad vio nacer a grandes músicos italianos, como Giacomo Puccini, (compositor de óperas como La Boheme), y de arte en general, y aunque puede recorrerse en un día, esas son otras de las razones para pasarse al menos dos días completos allí para quienes hacen visita terrestre por Italia.
Además, es muy fácil ir desde allí o llegar desde otras ciudades como Florencia, a una hora y media en tren, o a Siena, a la que muchos llegan en bicicleta desde Lucca, para disfrutar del hermoso paisaje toscano.
Una visita a la Toscana no está completa si no se come pasta fresca hecha en la casa o se beben sus famosos vinos. El tour, que incluyó una visita a los viñedos y granja de la Fattoria Il Poggio, nos permitió terminar “como Dios Manda”.