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Somos Isabela: La casa del Túnel Guajataca

Isabela es un pueblo con una riqueza invaluable en historia, cultura y paisajes con una belleza natural

18 de septiembre de 2022 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
El Túnel Guajataca es otro de los atractivos que guarda la historia del municipio. (Edlyn Vega/GFR Media)

La riqueza turística de este municipio del noroeste se manifiesta en el azul y la majestuosidad de sus playas, el verdor de sus campos y en los espacios que arrojan una buena muestra de su historia, sin pasar por alto el calor de su gente.

Isabela reserva un mosaico de rincones que invitan a explorarlos, como el Bosque Estatal de Guajataca, un espacio que abarca 2,357 cuerdas con elevaciones entre 500 a 1,000 pies sobre el nivel del mar. Está clasificado como bosque húmedo subtropical y cuenta con 13 veredas que prometen una inolvidable experiencia ecológica y educativa.

“Este bosque ahora mismo es manejado por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA); inicialmente, tenía 46 veredas, pero el huracán María provocó daños severos al espacio y las redujo a las 13 que tenemos hoy”, dijo el activista isabelino Héctor “Tito” Varela.

El lugar tiene, además, área de acampar, dos torres de observación y tres cuevas accesibles, siendo la más reconocida la Cueva del Viento.

Asimismo, Isabela es la casa del Túnel Guajataca, un espacio rico en historia, cultura y belleza natural. Durante la primera mitad del siglo 20, este túnel fue parte de la red ferroviaria nacional que conectaba la isla. La estructura fue declarada Monumento Histórico en el año 2000.

Sin embargo, fue la gestión comunitaria –comandada por Bernice Baker y Varela- la que le devolvió el brillo al lugar y propició la actividad turística y económica en la zona.

“Es un lugar que tiene todas las características y cualidades para poder ser la puerta del desarrollo económico a la zona a través de la conservación natural, histórica y cultural, que es nuestro distintivo, nuestro movimiento turístico en el oeste. Ahí surge la iniciativa para revitalizar este espacio”, contó la activista.

Así, en el 2020, un grupo de voluntarios, remozó el espacio e integró el talento de varios artistas que, de forma voluntaria, se unieron a los esfuerzos transformando la estética de estructuras abandonadas.

Según la isabelina, aunque el enfoque era revitalizar el túnel, la acogida de la comunidad fue tan impresionante que surgieron otras iniciativas para explotar la belleza no solo del túnel, sino del Cañón Guajataca, la playa y el río. “Tienes la parte histórica, pero no puedes descartar los otros atractivos naturales que tienes alrededor. Es todo parte del mismo entorno y es lo que hace atractivo el túnel porque la estructura es hermosa y tiene una historia increíble en lo que fue el desarrollo económico de nuestro país, pero lo que hace único ese espacio es el Cañón de Guajataca y la diversidad ecológica que el área tiene”.

A cinco minutos de esa atracción, se impone la cara del cacique Mabodamaca, esculpida en la piedra de una montaña, ubicada en carretera PR-2. La pieza artística, creada en el 2001 y conocida coloquialmente como la ‘Cara del Indio’, fue elaborada por Isaac Laboy Moctezuma.

“La escultura labrada en piedra en honor al cacique Mabodamaca, sus facciones fueron tomadas de un residente de la Ermita San Antonio de Padua de la Tuna”, dijo el historiador y profesor isabelino, Ramón Santana.

Y, precisamente, en el barrio Coto, ubica la Ermita a la que hizo referencia el historiador. El espacio está asociado a los orígenes de Isabela.

“Entre los años de 1728 al 1733 ya se había construido una Ermita con el nombre de San Antonio de Padua de la Tuna. Fue tomando forma la actividad económica y un núcleo urbano vigoroso con tres sectores de poder: ganaderos, agricultores y comerciantes”, agregó.

Dijo, además, que la “lucha entre estos sectores impulsó que agricultores y comerciantes mercantiles abandonaran la Tuna y se reubicaran en el barrio de Isabela… Hoy, podemos encontrar en las ruinas de la Emita San Antonio de Padua de la Tuna, los restos de un asentamiento colonial donde se produjo la historia de unos pobladores que impulsaron la economía agrícola y ganadera de la región, abrieron las puertas para un comercio en la zona noroeste y con islas vecinas, y propició el surgimiento de nuevos pueblos como Isabela, Quebradillas y Camuy”.

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