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Víctor Vázquez, quien es uno de los artistas contemporáneos más reconocidos en el Caribe, celebra su trayectoria artística con esta muestra.
Víctor Vázquez, quien es uno de los artistas contemporáneos más reconocidos en el Caribe, celebra su trayectoria artística con esta muestra. (Xavier J. Araújo Berríos)

Lo primero que se observa es un salón amplio, frío, repleto de objetos. Todo está celosamente colocado, pero se siente extrañamente desordenado. En las paredes decenas de fotografías en marcos grandes, pequeños, enormes, arriba, abajo, horizontal, vertical. Y en el suelo, objetos de todo tipo que están hechos para mirar, pero que dan ganas de tocar, que se sienten cercanos y distantes y que han dejado de ser cosa para ser obra.

En medio de todo eso, Víctor Vázquez, artista puertorriqueño, saluda calurosamente con una sonrisa y un apretón de manos, y se excusa.

“Voy a salir un rato, si no hay problema, porque hace demasiado frío”, dice y sale de la sala del Museo de Arte de Puerto Rico que lleva visitando por el pasado mes.

Afuera, sentado en un banco de madera y tomando sorbos de un humeante café, habla pausadamente de “Pulguero”, título de su retrospectiva con la que celebra 30 años de quehacer artístico y la cual inaugura esta noche.

El nombre de la muestra, la cual recoge 109 obras, ayuda a trazar el camino para adentrarse en la mente de este genio creativo. Cuando era apenas un adolescente, Vázquez se enamoró de los pulgueros, esos mercadillos mágicos donde los objetos se convierten en narradores de historias. Desde entonces, estos lugares son para el artista su materia prima.

“En los pulgueros te encuentras muchas cosas que hablan de diversas realidades, pero todas están interactuando de manera armoniosa. El pulguero es esa armonía entre lo diferente, son cosas dislocadas que dialogan en los márgenes”, señala.

La retrospectiva de Vázquez es justo eso, un recorrido no lineal por su obra, donde se presentan piezas de diversos periodos que se entrelazan en un diálogo que invita a reflexionar en torno a las construcciones y narrativas establecidas e impuestas por la sociedad.

A través de un lenguaje conceptual creado mediante fotografías, vídeos e instalaciones, Vázquez presenta una especie de panorámica arqueológica en la que aborda temas como la memoria, la historia, la migración, el cuerpo como estructura semántica y la relación entre imagen y palabra.

Una de las piezas que se destaca es precisamente la que lleva el título de la muestra, en la que se observan diversos cachivaches amarrados a un carrito que está colocado en los rieles de un tren. Esta obra, que el artista creó específicamente para esta retrospectiva, trabaja el tema del exilio, del viaje, pero sobre todo de la construcción del individuo.

¿De qué estamos hechos? ¿Con qué cargamos? ¿Qué dicen los objetos sobre nosotros? ¿Cómo nos construyen y nos construimos a partir de las imágenes y las palabras? Estas son solo algunas preguntas que invita a pensar el artista, quien trabaja desde el intersticio, desde las fronteras.

“Para mí es muy importante reflexionar con respecto a esas experiencias que hemos tenido y que de alguna manera nos han formado y en cierta medida nos han determinado en muchos casos”, revela.

“Como te darás cuenta hoy en día en Puerto Rico, cómo es posible que la gente todavía no se percate de que nosotros somos una colonia, que estamos totalmente colonizados y que no tenemos ni la capacidad para atrevernos a cambiar lo que existe que es un atropello espantoso (...) Uno tiene que ver cuáles son las contradicciones en las que uno vive para de alguna manera percatarse de qué tipo de comportamiento podría ser más efectivo para lograr cambios y los cambios tienen que empezar a partir de una autoconciencia de lo que es uno. Y ahí la memoria es importantísima”, destaca abordando uno de los temas recurrentes en su obra.

Vázquez comenzó su carrera artística trabajando la fotografía y posteriormente la expandió haciendo una síntesis entre lo escultórico, la pintura y la fotografía. Pero a principios de los noventa llevó a cabo un proyecto sobre el sida, en el que salió completamente del marco, creando instalaciones artísticas. El denominador común entre estas formas creativas, asegura, es la imagen, porque es de donde parte para crear y comunicar.

Ese lenguaje conceptual es el que le ha permitido, entre otras cosas, explorar, construir y deconstruir el cuerpo, que es otro de los temas constantes en su trabajo.

“El cuerpo es una construcción y esa construcción es en cierta medida una escritura”, comparte. “Ese cuerpo tiene que reescribirse y por eso yo hablo del cuerpo como un mapa semántico porque ahí entra todo. Somos cuerpos colonizados y hay un deseo de una nueva escritura que tiene que ver con la descolonización de ese cuerpo”, plantea el artista, quien alrededor de ese tema ha trabajado la pieza “Sin título”, en la que unas sillas deformadas y unos libros ilegibles nos hacen pensar sobre cómo nos construye la civilización occidental.

Víctor Vázquez continúa la entrevista hablando sobre el pensamiento, la percepción, la escritura y en un momento menciona que siempre se le ha hecho difícil explicar su trabajo porque no se posiciona dentro de ninguna escuela y es incapaz de clasificar o encajonar su obra.

De hecho, comparte que cuando han utilizado palabras como “profano”, “sagrado”, “religioso” o “sincrético” para explicar su trabajo, se sorprende, porque “nada de eso explica mi obra”.

“Hablo de las cosas que están ahí. Todo está ahí, pero es cómo uno mira para hablar sobre eso que se nos presenta y para de alguna manera crear una idea o reflexionar en torno a lo que somos”, dice dejando escapar una media sonrisa.

El artista, en tanto, comparte que armar esta retrospectiva le ha permitido mirarse y reafirmarse en su proceso creativo. “Me ha llevado a pensar en torno a lo que es uno y también me ha sorprendido porque uno dice 'wao, que mucho trabajo tengo aquí', y eso te provee cierta satisfacción. A mí me la provee porque veo que no ha sido en vano, que ha sido una propuesta que de alguna manera tiene algo que decir”.

Vázquez, por otro lado, señala que aunque no cree en las coincidencias,el presentar su “Pulguero” en la coyuntura histórica que vive el país. era lo que tenía que pasar.

“Lo interesante es que se está dando en un momento bien caótico donde hay una fragmentación de ese tejido social y da la casualidad que yo trabajo la fragmentación”, dice.

“El arte una vez sale de ti no es tuyo, pero ojalá yo pueda de alguna manera aportar un granito para mirar y reflexionar sobre lo que nosotros somos, porque de lo que se trata es de de lo que somos y lo que se ha creado de lo que somos”, manifiesta este creador que por tres décadas ha rebasado diversas fronteras para que nos podamos reconocer y reconstruir desde otros lugares, desde otros tiempos, para crear diálogos desde otros márgenes.

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