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No todas las grandes obras de arte están en los museos. Muchas pertenecen a coleccionistas privados, por lo que se convierten en piezas reservadas para ser apreciadas por pocos. La mayoría de estos coleccionistas son muy celosos con sus obras y, con suerte, alguno prestará uno de sus preciados cuadros a un museo, para que sean admirados por el público, pero por tiempo limitado.